Reagan califica de "criminales" a las autoridades iranies
El presidente electo de Estados Unidos, el republicano Ronald Reagan, calificó ayer de «criminales» a los irarlíes que mantienen retenidos a 52 rehenes norteamericanos desde hace 417 días. Reagan recibió a los periodistas en su rancho californiano de Santa Bárbara, y se preocupó de dejar claro, en su primera declaración oficial respecto al tema de los rehenes, que su futura Administración adoptará la «mano dura» sin contemplaciones. Cada día se da como menos probable que el desenlace del espinoso asunto llegue antes de que Jimmy Carter abandone, el 20 de enero, la Casa Blanca.
«Creo que cada uno de nosotros siente una rabia interna por la detención de los rehenes y las exigencias de Irán para proceder a su liberación», afirmó Reagan, para añadir que todo el asunto «está controlado por unas personas que no son más que criminales y secuestradores que han violado totalmente las leyes internacionales, capturando y reteniendo durante tan largo tiempo a unas personas inocentes». A la vera del futuro presidente norteamericano estaba su esposa, Nancy.Mientras, en su pueblo natal de Plains, en el Estado de Georgia, el presidente saliente, Jimmy Carter, expresaba, en declaraciones improvisadas mientras paseaba por la calle, su inquietud y solidaridad con los rehenes.
Para las familias de los detenidos, la segunda Navidad sin un padre, un hermano o un hijo en el hogar, sin noticias directas desde hace meses, transformó la Nochebuena en una velada de tensa emoción y desesperación, como mostraron al país diversas escenas transmitidas por televisión.
Frente a la Casa Blanca, en Washington -sin inquilino que festejara en la capital federal la Navidad-, decenas de personas cantaron villancicos y alumbraron velas en recuerdo de los rehenes.
A nivel político, en el Departamento de Estado, donde el «equipo de crisis» que lleva el asunto de los rehenes sigue en vela veinticuatro horas al día, se anunció la llegada este fin de semana de los intermediarios argelinos que traerán oficialmente las «últimas» condiciones de Teherán para soltar a los 52 rehenes. Conocidas desde hace días, Estados Unidos las ha calificado de «irrazonables» y la Prensa norteamericana no ha dudado en añadirles el adjetivo de «chantajistas»: se trataría de depositar 24.000 millones de dólarel en el Banco Central de Argel, en concepto de recuperación de los haberes iraníes «congelados» por Carter en noviembre de 1979 en bancos norteamericanos y de una parte de la fortuna del sha.
Para la nueva Administración Reagan, la herencia de los rehenes no supone ningún regalo. La dureza mostrada ayer por el presidente electo quizá no produzca ningún efecto en las autoridades iraníes, completamente insensibles a la situación política interna de Estados Unidos, como quedó claro durante los últimos días de la campaña presidencial. Nadie pone en duda que la prolongación del cautiverio contribuyó sensiblemente a hacer aún más estrepitosa la derrota de Carter.
No obstante, en Washington es un misterio lo que encierran las afirmaciones amenazadoras realizadas ayer por Reagan. ¿En qué medida podrá hacer uso de la «mano dura» después de lo que le ocurrió a Carter con el mortal fracaso de su operación militar, el 25 de abril pasado, que finalizó con la muerte de ocho soldados norteamericanos en las arenas del desierto iraní?
Por su parte, los iraníes también están endureciendo su postura, como lo muestran las declaraciones hechas ayer por el vicepresidente del Parlamento, Mohamed Moussavi Klioenjba.
El parlamentario, quien representa al ayatollah Jomeini ante los «estudiantes islámicos», hizo ayer un llamamiento al Gobierno iraní para que se empiece a preparar el juicio contra los rehenes.
En una entrevista concedida al Teheran Times, Khoeiniha estima que Estados Unidos ha tardado demasiado en responder a las petíciones iraníes, por lo que considera procedente iniciar su juicio sin más contemplaciones, bajo las acusaciones de espionaje y conspiración.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.