El Ejército de EE UU no está preparado para la guerra en el desierto
El Ejército norteamericano no está preparado para la guerra en el desierto, según ha podido comprobar el Pentágono después de las maniobras que 1.400 hombres de la Fuerza de Intervención Inmediata realizaron el pasado mes en Egipto, como entrenamiento ante un eventual conflicto en la región del golfo Pérsico. La experiencia desastrosa del pasado mes de abril de la operación de rescate de los rehenes norteamericanos en Teherán ya había ilustrado la falta de preparación de las fuerzas armadas estadounidenses en terrenos desérticos.
«Hemos aprendido miles de cosas», estima, el comandante David Ohle, un oficial de la 101 División Aerotransportada, más habituado a la jungla de Vietnam o a los campos europeos que a las arenas egipcias. El mantenimiento del material -afirma otro oficial- ha sido una verdadera «pesadilla».
El viento arenoso causó serios problemas a todos los vehículos, y especialmente a los helicópteros Blackhawk y Cobra, utilizados en el ejercicio Bright Star, que ha costado veinticinco millones de dólares. La arena deterioraba las palas de los rotores, que tuvieron que ser recubiertas de plásticos protectores. La arena taponó también los filtros de aire de los motores y encasquillaba las armas de fuego. Los mandos han podido comprobar que el fusil de asalto M-16 no es una buena arma para el desierto.
El ejercicio Bright Star ha puesto asimismo de manifiesto, problemas logísticos que no pueden resolverse, debido a los medios limitados de los transportes aéreos militares: 345.000 litros de queroseno para los helicópteros y los aviones de apoyo táctico A-7; 28.000 litros de gasolina para los camiones y vehículos jeep, y 130.000 litros de agua potable, tuvieron que ser transportados al desierto egipcio. Según un estudio del Pentágono, cada combatiente americano necesita cuarenta litros de agua diarios.
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