Guerra civil fría
¿Por qué hemos de vivir siempre los españoles en guerra civil fría o caliente? Tras cuarenta años de guerra civil fría, con aquel general superlativo, llevamos cuatro años, o los que sean, de guerra civil, si no caliente, cuando menos recalentada de nostalgias y banderas. Durante la Resistencia había en la clandestinidad madrileña doscientos cerebros rulando a tope y barrenando cantidad para repartir la democracia por España, tras matar al muerto de muerte natural.Y ahora, qué. Suiza es un país cantonal por fuera y España es un país cantonal por dentro, en lo «dermo esquelético», que dijo Unamuno. Pero los suizos no van a la guerra civil cada cuatro años o cada cuarenta, sino que se quedan cada uno en su cantón haciendo relojes, con lo que han conseguido, cuando menos, que todos los relojes/joya de pedida que se compravenden en el mundo sean suyos. A los españoles, como relojeros, lo que mejor se nos da es la bomba de relojería, que últimamente hemos enriquecido embutiendo en un despertador de campanilla cantidades de gomadós que vuelven a dormir en el acto al despertado. ¿Por qué no «asumimos» -como diría un latinoché de los sesenta- nuestra alma cantonal y procuramos llevarnos un poco? Va Suárez al País Vasco y le hacen la guerra civil fría. (Aparte el caluroso abrazo de Olarra). Viene un cotriand o a Madrid y nos hace la guerra civil caliente. Uno no es que no crea en el Estado de las Autonomías, pero es que dentro de cada autonomía pre/posautonómica se está reproduciendo la guerra civil fría o recalentada de cuando Franco contra Witiza y Don Pelayo contra Giner de los Ríos.
Voy a un centro docente para hablar de Quevedo y explico a los chicos como ya Quevedo vivió en guerra civil fría contra Góngora. Conceptistas y culteranos del Siglo de Oro vivieron en guerra fría, que a veces se calentaba un poco con una estocada de Quevedo, sobre todo «polque no decaiga», como decía don Francisco, que siempre! habló cheli. Hoy los sabios han demostrado que conceptistas y culteranos eran la misma cosa. Como Tuñón de Lara ha demostrado que liberales y demócratas de la Segunda República eran la misma cosa, los mismos republicanos, y hasta parece probable que los españoles en guerra de ambos bandos fueran todos españoles, aunque unos con fincas y otros no. En la Generalidad ha habido una guerra fría Pujol/oposición y ahora hay una guerra caliente Pujol/PSOE contra la oposición. En Andalucía hav asimismo una guerra de socialista contra andalucistas, y, entre los andalucistas, una guerra de Clavero contra Rojas. Volviendo al País Vasco, la visita de Suárez ha desencadenado una guerra fría Garaikoetxea/PNV. Las autonomías, pues, no van a corregir el guerracivilismo nacional, sino a nuclearizarlo y reducirlo de escala, y ya he leído en el periódico de Delibes (que fuera), periódico muy trabajado por el miniterrorismo local, que la meseta de panllevar se levanta en armas de harina y pendones fucsia contra « el centralismo vallisoletano». Planeta (sin duda por iniciativa del dorsiano Rafael Borrás) reedita El vivir de Goya, escrito por Eugenio d'Ors en su exilio cultural francés. A la primera guerra europea y última guerra romántica, la Grand Guerre, D'Ors la llamó lúcidamente «guerra civil». Si esta península asiática de Kant y de los Dux que es Europa no puede considerarse sino como una sola patria (de ahí que no sea caprichoso el anteponer «euro» a tantas cosas), ¿por qué vivir siempre en España la guerra de las dos patrias: curas contra maestros, el Escorial contra la chabola?
Gonzalo Torrente Malvido, de la saga/fuga de los Torrente-Ballester, publica ahora sus Cuentos de la mala vida. Es un español que ha escrito mucho en las cárceles, como Cervantes y Quevedo. ¿Hasta cuándo media España será el rehén de la otra media, o a la inversa?
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