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Hacia una estategia global para el el País Vasco

La visita del presidente Suárez al País Vasco demuestra que es imprescindible diseñar una estrategia global del Estado para esta comunidad autónoma. Las actividades y los representantes del Estado tienen que salir del foso en que se habían ido encerrando progresivamente y esforzarse por recuperar el pulso de la normalidad.Las sucesivas batidas del terrorismo han sembrado el amedrentamiento y aquí empezaba a respirarse en algunos sectores oficiales el mismo ambiente que en el Sahara durante las vísperas de la operación golondrina, en que concluyó la evacuación del territorio.

Abraham Guillén -el primer teórico, y no sólo teórico, español en guerra revolucionaria- ha escrito con acierto que quien gane o pierda a la población gana o pierde la guerra porque estas confrontaciones no se deciden sólo por las armas, sino por la conquista de la población. Pues bien, es en este terreno decisivo donde ETA está empezando a perder la batalla.

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La reunión del Gobierno autónomo vasco que la misma tarde del viernes presidió Carlos Garaikoetxea en Vítoria se dedicó al análisis ponderado de la visita del presidente Suárez. El lendakari compareció gravemente disgustado por las piruetas contestatarias del líder peneuvista Javier Arzallus, que patrocinó el paro de los concejales de 108 ayuntamientos. Garaikoetxea mantuvo firmemente que se trataba de una maniobra para debilitarle en una circunstancia muy delicada y ante un interlocutor de primerísimo rango.

En cuanto a la tregua terrorista de esos días, el Gobierno autónomo interpretó que la rama poli-mili pasa por un momento de desconcierto y reconsideración y que la rama mili no pudo actuar por el perfecto despliegue de seguridad llevado a cabo durante la visita presidencial y los días que la precedieron.

Hay un dato reciente, silenciado cuando no tergiversado en la Prensa, que confirma la entrada en pérdida de la capacidad movilizadora exhibida otras veces por los extremistas abertzales: la huelga general convocada en Vizcaya el día 11 en solidaridad con la plantilla de Olarra. Véáse los convocantes: Asamblea de Delegados, Movimiento Comunista (MK), Partido del Trabajo (PT), Liga Comunista (LKI) y Herri Batasuna (HB) y las centrales sindicales CNT, LAB (sindicato abertzaie), SU, en suma, todo el complejo de la izquierda abertzale sin excepción. Compárese con los inapreciables resultados obtenidos. El consumo de energía a las once de la mañana de aquel día, según las compañías suministradoras, fue exactamente el de cualquier otra jornada e incluso en la conflictiva central de Lemóniz, con 5.000 obreros, tras la asamblea previa, el número de huelguistas ascendió a la cifra de cincuenta. Todo un fracaso imposible de constatar, sin embargo, por los lectores de Prensa y oyentes de radio.

No sólo cuentan las armas

Si del ámbito laboral se pasa al familiar, hace unos años la fuga de un hijo para sumarse a las filas etarras era motivo de orgullo callado; ahora, es visto con desesperación y pesar. Mao Zedong, en su escrito sobre las tres etapas de la larga marcha, subraya que la teoría «de que las armas lo deciden todo» constituye una aproximación mecánica a la guerra. Por eso, defiende el punto de vista de que las armas son un factor importante, pero no el factor decisivo. Para el líder chino, «el duelo de fuerzas no es sólo un conflicto de poderes militares y políticos, sino también un duelo de poder y moral humanos».

Frente a los terroristas hacen falta, por consiguiente, combatientes autodisciplinados, convencidos de su misión, sacrificio y aspiración. Aqui no sirve nutrir las filas con hombres que se sientan burocratizados u oprimidos. Hay riesgos, declaraba un mando de las fuerzas de seguridad del Estado, que no se pagan.

Es imprescindible, señalaba una destacada autoridad en el País Vasco, acabar con el principio de que a Madrid hay que arrancarle las cosas con la reclamación airada y el apoyo a distancia de la violencia. El Gobierno tiene que atenerse a las previsiones constitucionales, considerarse obligado también por el Estatuto y anticiparse a darle puntual cumplimiento. Hay que abrir un camino de esperanza a la razón, como decía Marcelino Oreja a los periodistas.

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