Televisión Española y la corrupción de menores
Aunque recientemente ha disminuido algo la cantidad de publicidad en Televisión, no ha variado la calidad de los spots comerciales. La mujer es protagonista en la mayoría de los anuncios, y se la presenta, casi sin excepción, como persona de baja capacidad intelectual y un ínfimo nivel educativo.Según la imagen televisiva, la mujer encuentra su máxima satisfacción -creo no exagerar si digo su máxima felicidad-, en el mayor o menor brillo de los muebles, mayor blancura de la ropa, y se siente realizada y «reina de su hogar» usando una determinada marca de lavadora. No olvidemos, que, según nos contaban en la tele, la capacidad de conseguir y retener el amor de un hombre está determinada por el uso de cierto desodorante, de cuyo nombre no quiero acordarme.
Esta especie de retardada mental suele estar presentada como mujer físicamente atractiva, bien vestida y formando parte, por supuesto, de ese mítico grupo en el que, todos son jóvenes, guapos y prósperos. O sea, a los ojos de los niños y de los adultos de menor nivel educativo, esta imagen de la mujer se presenta como algo deseable, como alguien digno de ser imitado por las niñas y, a ellas y a los varones, se les va inculcando, en forma sutil y reiterada, que la mujer es un ser interesado únicamente en lo que ocurre dentro de las paredes de su hogar, que ella recibe buenas palabras de su marido cuando la camisa está blanca y que, de no estarlo, recibirá crítica, desaprobación y, probablemente, desamor. También muestran, en forma repetitiva, que la madre es «adorada» porque adorna el postrecito de los niños, etcétera.
Somos muchos los que pensamos que el presentar como prototipo de la mujer española a un ser intelectualmente inferior, que sólo se interesa en los más estúpidos y triviales detalles de la vida cotidiana y, lo que es más grave, reiterar esto a los que más horas pasan ante el televisor, o sea, los niños y los adultos de menor nivel cultural; somos muchos, repito, los que pensamos que esto equivale a la deliberada corrupción de mentes inmaduras.
Este continuo y sutil «lavado de cerebro» influirá, sin duda, en muchos aspectos de la vida de la futura generación. Afectará las relaciones de la pareja, las relaciones laborales y todo tipo de convivencia hombre-mujer.
Mucho me temo que los varones de mañana serán aún más machistas que los de hoy. Los que ahora tienen cuarenta o cincuenta años no veían televisión cuando eran pequeños; los niños de ahora la ven todos los días. Si a la influencia tradicional de los padres, el colegio, la calle, etcétera, se suma la mucho más insidiosa y constante de la televisión, las perspectivas para un futuro cercano son bastante oscuras.
Se ha escrito a menudo sobre el descarado consumismo de la televisión, pero un aspecto quizá menos aireado es la deliberada manipulación de las mentes inmaduras de cualquier edad para glorificar la imagen de la mujer hogareña. Se da por sobreentendido que mujer hogareña es igual a mujer inculta, igual a persona sin inquietudes intelectuales de ninguna clase. Al mismo tiempo se da también por sobreentendido que este tipo de mujer es la que hace feliz a su familia y, por tanto, es más amada. No se dice, naturalmente, que la persona inculta está mucho más desvalida ante las campañas publicitarias y que, antes o después, terminan presionándola, forzándola a comprar todo aquello que los promotores desean vender. Y da la casualidad que las mujeres son las que compran la mayoría de las cosas.
Lo realmente peligroso es que el tipo de mujer que nos presentan es el que agrada a la mayoría de los varones celtíberos, o sea, una mujer menos inteligente que ellos, mucho menos informada que ellos y, por tanto, muy gratificante para su ego, ansioso de comparaciones favorables.
Esto ocurre en una televisión que es estatal y, peor aún, en una Dirección General que forma parte del Ministerio de Cultura, siendo que este mismo Ministerio cobija a la Subdirección General de la Condición Femenina. Esta Subdirección, en 1978, filmó varios spots de gran calidad que fueron televisados durante cinco meses. Dos de estos spots fueron premiados con sendos «leones de oro» en el Festival de Cannes y, cosa curiosa, precisamente estos dos spots no fueron mostrados en España.
Sin duda, los patrocinadores comerciales son una importante fuente de ingresos para Televisión, y me temo que estos intereses seguirán prevaleciendo, pero, inveterada optimista, tengo grandes esperanzas de que esta perjudicial y muy dañina influencia televisiva sea contrarrestada, al menos en parte, por la labor informativa y cultural que empieza a desarrollarse a través de la radio.
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