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Asesinado el Jefe de la Policía, Municipal de San Sebastián

El jefe de la Policía Municipal de San Sebastián, teniente coronel del Ejército en situación de retiro, Miguel Garciarena, fue asesinado ayer por dos jóvenes cuando se dirigía a la inspección del cuerpo para incorporarse a su trabajo. El conductor del automóvil en que viajaba, José Antonio Díaz Montoya, sufrió heridas de consideración. El jefe de la Policía Municipal donostiarra había anunciado en varias ocasiones que recibía amenazas de ETA, y llegó a abandonar el País Vasco durante casi un año por este motivo.

El atentado se produjo, minutos antes de las nueve de la mañana, cuando el automóvil de Garciarena, un Seat 600 de la Policía Municipal, sin señales externas, se detuvo en la confluencia de las calles de Easo y de Urdaneta, cediendo el paso a los vehículos de la vía principal. Dos jóvenes que aguardaban en aquel punto comenzaron a disparar contra el automóvil con una pistola y una metralleta, e inmediatamente después subieron a un Seat 132 de color gris metalizado, en el que les esperaba al volante, un tercer individuo, dándose a la fuga.El tiroteo contra Miguel Garciarena provocó escenas de pánico entre los transeúntes, muchos de ellos niños de corta edad que acudían a un colegio cercano. Policías municipales que salieron de la inspección al escuchar los disparos pudieron observar la huida del comando.Miguel Garciarena fue trasladado al cuarto de socorro, muy próximo al lugar del atentado, donde se comprobó que había fallecido. Presentaba ocho impactos de bala: tres, en 6 cabeza; cuatro, en el hemitórax, y otro más en el abdomen. En cuanto al conductor del automóvil, José Antonio Díaz, mecánico del Parque de la Policía Municipal, fue trasladado al hospital provincial después de que se le aplicara una cura de urgencia en el antebrazo izquierdo, donde tiene una herida de bala con orificios de entrada y salida, y en la cabeza, en la que fue alcanzado superficialmente por otro proyectil, a la altura del cráneo.

En el lugar de los hechos se recogieron cinco casquillos de bala, de 9 milímetros Parabellum, marca SF, munición habitualmente empleada por ETA Militar. En el asiento trasero del Seat 600 quedaron alojados una docena de proyectiles.

Los policías municipales de servicio en aquel momento se retiraron de la calle al conocer la noticia del atentado, concentrándose en la inspección, donde celebraron una asamblea. A primera hora de la tarde decidieron mantenerse en paro durante tres días (hasta el sábado) en señal de duelo. En una nota difundida por los representantes laborales de estos funcionarios se condena el asesinato de Miguel Garciarena, así como la agresión de que fue objeto el conductor, y se afirma que los policías municipales, como tales, son apolíticos y trabajadores al servicio del pueblo. Los restantes funcionarios y empleados municipales, en otra asamblea celebrada en el Ayuntamiento, aprobaron la suspensión de todos los servicios durante los días de ayer y hoy.

Por iniciativa del alcalde, Jesús María Alcaín, del Partido Nacionalista Vasco, a mediodía se reunió un pleno extraordinario y urgente. El presidente, de la Corporación dio lectura a un comunicado de condena en el que se hacían seis propuestas concretas. Por su parte, el portavoz del grupo Herri Batasuna recordó una moción presentada por su grupo en una ocasión anterior sobre las causas de la violencia, y anuncio que no condenarían la lucha armada sin analizar sus motivaciones. Después de que los concejales de HB hubieran abandonado el pleno, se acordó por unanimidad la condena del atentado.

La capilla ardiente con el cadáver de Miguel Garciarena fue instalada en el salón de plenos, organizándose turnos de vela entre los corporativos. A las 13.30 horas la viuda del, fallecido colocó junto al féretro las condecoraciones militares que poseía.

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Miguel Garciarena, de 63 años, había nacido en Ezcurra (Navarra), estaba casado y tenía un hijo. Voluntario en la guerra civil, era teniente coronel del Ejército, de la escala B, e inspector de policía en excedencia. Había mandado la Policía Armada de San Sebastián hasta enero de 1973, fecha en que se incorporó a la Policía Municipal Según sus propias manifestaciones, había recibido en varias ocasiones amenazas de ETA, por lo que en julio de 1979 solicitó la excedencia, para reanudar sus actividades normales pasados doce meses. El lunes tenía previsto comenzar unas vacaciones de quince días, que había aplazado para no abandonar la Jefatura de la Policía Municipal mientras duró la situación conflictiva planteada en las últimas semanas, cuando los funcionarios solicitaron el respaldo moral de la corporación a sus actuaciones y apoyaron su petición con un paro.

El automóvil utilizado por el comando había sido robado a punta de pistola a primera hora en la calle de Euskal Herria, en la parte vieja de San Sebastián, y su propietario abandonado atado a un árbol en un lugar cercano al barrio de Igara, después de que le despojaran de su documento nacional de identidad y, le amenazaran en caso de que diera aviso a la policía antes de las nueve de la mañana.

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