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España y la democracia

(...) Después de cinco años, el ciudadano español sigue siendo demócrata, pero es un demócrata desencantado.Ese desencanto no es más que la expresión de cierta ingenuidad ideológica, sin duda excusable al principio. La izquierda suponía, a finales de 1975, que el combate por la democracia sería mucho más largo y mucho más duro. No concebía la Monarquía de Juan Carlos pudiendo y queriendo ser otra cosa que un franquismo sin Franco. (...)

También resulta comprensible la ingenuidad ideológica de esta nueva mayoría, la UCD, más durable porque dura todavía. Ella explica el actual desencanto democrático de España. Esta ilusión de la mayoría actual consiste en creer que el desmantelamiento del Estado franquista es en sí un programa de gobierno suficiente para eso ver todos los problemas. (...)

Esta confianza ilimitada en las virtudes curativas de la democracia, por estimable que sea, lleva al Gobierno de UCD, siempre preisidido por Adolfo Suárez, al inmovilismo. (...)

¿Cuáles son, en efecto, los mayores problemas que se plantear a España en el plano interno? Son el terrorismo vasco, la crisis económica, el paro y las autonomías regionales. A las que los socialistas agregan otra: el peligro involucionista; es decir, el peligro de un golpe de Estado autoritario y la amenaza a la democracia. Pero este peligro proviene del primero, resulta de la impotencia a eliminar al terrorismo, puesto que ninguna concesión puede satisfacer a los extremistas vascos de ETA Militar. (...)

No existe más que un sólo medio de salvar la democracia: servirse de

ella. Y servirse de ella para ejercer el poder, no para paralizarlo. (...)

, 25 de noviembre

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