El Gobierno conservador británico reafirma la continuidad de su política económica
El Gobierno conservador británico seguirá el rumbo económico que se había marcado, según se desprende del discurso pronunciado ayer por la reina Isabel II, en la apertura del nuevo período de sesiones parlamentarias. En su primera intervención como líder de la oposición, Michael Foot denunció la política económica de Margaret Thatcher, a la que acusó de «conducir el país a la ruina».
Previamente, y con la pompa y la ceremonia habituales, la reina y el duque de Edimburgo salieron de su palacio de Buckingham para llegar al Parlamento, donde, en procesión, se dirigieron hacia la Cámara de los Comunes.La reina se sentó en su trono de oro y el vara negra fue enviado a la Cámara de los Comunes. Golpeando tres veces en la gran puerta de la Cámara baja, el enviado de la reina invitó a los diputados a que la acompañaran. El lord canciller entregó entonces a la reina el discurso en el cual el Gobierno resume sus proyectos para el período de sesiones, que ayer se inauguró en Westminster.
No hubo ninguna sorpresa. El Gobierno mantiene su política exterior, reafirmando sus lazos con Europa y esperando la pronta ampliación de la Comunidad. La mayor preocupación gubernamental sigue siendo la economía: reducir la inflación y crear las condiciones para un crecimiento continuado de la producción y del empleo. Para ello, el Gobierno está decidido a tomar «todas las medidas necesarias para mantener una firme política monetaria y fiscal». Se anunciaron proyectos para ampliar el programa de formación de los trabajadores sin empleo, para los jóvenes en particular.
Más privatizaciones
Siguiendo con la política de privatización de la economía, el discurso señaló las intenciones del Gobierno de atraer capitales privados a los sectores de los transportes y de la explotación del petróleo del mar del Norte, y de reorganizar el sistema de correos y telecomunicaciones. Se destinará una ayuda especial a la industria del acero.En otros temas, el Gobierno anunció el cambio de la ley de nacionalidad. Se derogará la llamada ley «sus», por la cual la policía podía hacer arrestos, basándose únicamente en sospechas de que se haya cometido algún delito.
La gran ausencia de este discurso fue el tema de Irlanda del Norte, sobre el cual el Gobierno no piensa presentar ningún proyecto por ahora para volver a un sistema parlamentario en la región. En el debate posterior, Margaret Thatcher se mostró firme en su actitud de no ceder ante las huelgas de hambre en la prisión de Maze.
El nuevo líder laborista, Michael Foot, aprovechó el discurso del Trono para atacar frontalmente al Gobierno conservador, pero la primera ministra se defendió con fuerza. Apoyándose en la disminución de la inflación en los últimos seis meses, alegó que «las demás naciones elogian nuestra fortaleza y determinación..., no hay otro camino que lleve al éxito». Margaret Thatcher criticó la política antinuclear del líder de la oposición y su actitud ante la Comunidad Europea, cuyo atractivo queda demostrado, señaló, por los casos de España, Grecia y Portugal.
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