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El presupuesto somos todos

El debate presupuestario, considerado en la mayoría de las democracias occidentales como la verdadera discusión parlamentaria de la cuestión de confianza o el voto de censura a la política del Gobierno, concluyó ayer en la comisión correspondiente del Congreso con más pena que gloria. Dos semanas de discusión, en sesiones de mañana y tarde, resultaron cortas y excesivas a un tiempo para los debates de tan importante ley.Resultaron cortas porque sobre muchos temas de fondo se pasó como sobre ascuas, casi sin debate, mientras que las comparecencias de medio centenar de altos cargos y la simple votación de las setecientas enmiendas que acompañaban al proyecto de ley prolongaban, en muchos casos sin interés alguno, las sesiones para el dictamen presupuestario.

Todos los partidos, no sólo el del Gobierno, han desperdiciado la oportunidad de estos debates, en los que en el fondo se discute de forma pormenorizada el futuro económico inmediato de este país, y se condicionan en buena medida -a través de las asignaciones presupuestarias- opciones no estrictamente económica, (cultura, educación, orden público o política exterior), para definir claramente ante el país sus concepciones y sus planteamientos en el terreno de lo concreto.

El articulado de la ley y las distintas secciones han sido dictaminados en poco más de dos días y medio. Las argumentaciones de la oposición de «contrarreforma fiscal» o de ocultación de datos por parte del Gobierno han sido una especie de «ungüento amarillo » -y no entramos en la parte de verdad que haya en ellas- para justificar enmiendas y para oponerse al proyecto de ley. Las réplicas de UCD han sido todavía menos imaginativas y más genéricas. Con ello las discusiones de la comisión han sido un pobre remedo de Pleno y de ponencia, a un tiempo, y han impedido revelar y cuantificar lo que hay detrás de cada modificación presupuestaría, los efectos de los retoques tributarios o la transparencia contable de algunos organismos tan controvertidos ante la opinión pública como RTVE o la AISS.

Los propios Presupuestos, pese a las notables mejoras introducidas por el equipo de García Añoveros (muchos de los defectos son atribuibles a otros departamentos), han contribuido a que los debates hayan polarizado más la atención sobre la existencia de una partida para la revista Africa, que desapareció hace cinco años, o hacia la duplicidad presupuestaria del personal de la AISS, por citar unos ejemplos, que a dilucidar y cuantificar las repercusiones sobre el coste de la vida del aumento de un punto en el impuesto de tráfico de empresas.

La sustitución de Trías Fargas por Carlos Gasoliba (que es considerado como un hombre de Roca) en Minoría Catalana proporcionó tranquilidad a UCD en las votaciones. Esto y el decaimiento de las enmiendas de los centristas andaluces para incluir las inversiones del Plan de Urgencia en el proyecto de ley, a raíz de los acuerdos del Consejo de Ministros sobre el mencionado plan, disolvió por otra parte las expectativas políticas de una derrota estruendosa del Gobierno en la comisión. Con todo, el tema de las incompatibilidades -importante, pero en ningún caso el más trascendente de los Presupuestos- pasó a convertirse en el tema estrella de estas discusiones.

La larga tramitación de este proyecto de ley, que tiene que pasar por el Congreso y el Senado, condiciona en buena medida estos debates -reiterativos, por su repetición- e impide una discusión técnica a fondo en comisión y una discusión política de altura en Pleno.

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