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Duras acusaciones de Craxi contra Andreotti sobre la muerte de Moro

Juan Arias

El «caso Moro» ha hecho estallar una nueva y dura polémica entre Bettino Craxi, secretario general del partido Socialista (PS) y Giulio Andreotti, candidato número uno a la presidencia de la Democracia Cristiana (DC).El motivo ha sido el informe presentado por el dirigente socialista a la comisión parlamentaria que investiga el «caso Moro». Craxi se presentó con un escrito de veinticinco páginas, en las que explica con todo detalle la actitud de su partido durante los 55 días que duró el secuestro de Moro hasta la manana en que su cadáver fue hallado a dos pasos de la sede central romana de la Democracia Cristiana y del partido comunista.

De lo expuesto por Craxi queda clara una cosa: que fue Giulio Andreotti, entonces presidente del Gobierno, el hombre más reacio a tratar con los terroristas para poder salvar la vida de Moro. Incluso de Benigno Zaccagnini, entonces secretarío del partido, Craxi dice que estuvo siempre de acuerdo en buscar una solución «humanitaria», capaz de salvar al presidente democristiano.

Craxi afirma que «era posible salvar a Moro», que se podía hacer o, por lo menos, «intentar» sin «herir la Constitución», y que no fue escuchado el plan que habían preparado los abogados del partido socialista.

Andreotti respondió inmediatamente a Craxi con una carta «secreta», para evitar polémicas en la Prensa, en un momento ya suficientemente cargado de tensiones con el escándalo del petróleo, que sigue llevando gente a la cárcel.

Andreotti le hace ver a Craxi que la iniciativa socialista y del entonces llamado «partido de las negociaciones» era sólo «superficial y aproximativa», y acusa a Craxi de no haber informado debidamente al Gobierno y a la Magistratura «si es que sabía tantas cosas sobre los abogados de los brigadistas».

Por parte democristiana ha respondido el prestigioso representante de la izquierda del partido, Luigi Granelli, invitando a sus dirigentes. a rechazar de forma explícita y pública «tanto la especulación política sobre la figura de Moro como las sugerencias infundadas de que la Democracia Cristiana y el Gobierno de entonces no intentaran todas las soluciones posibles, compatibles con la Constitución, para salvar la vida del propio presidente».

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