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Reportaje:

El 40% de la infertilidad de la pareja está producida por el hombre

Un alto porcentaje de parejas jóvenes considera que la planificación familiar es imprescindible en la actualidad. Unos tienen los hijos deseados en los primeros años de su unión. Otros, en cambio, prefieren esperar un tiempo hasta encontrarse seguros de su decisión. Pero la gran mayoría, en algún momento de su vida, quiere tener un hijo. El problema surge cuando, entre un 4% y un 6%, la pareja es estéril. Las causas de esterilidad femenina eran conocidas y controladas desde hace tiempo. Sin embargo, el descubrimiento de que en un 40% de los casos la esterilidad es a causa del hombre abre nuevas posibilidades de solución.

Aristóteles afirma que «las serpientes no pueden tener testículos, ya que, debido a su cuerpo tan largo, el semen se enfrentaría a causa de su lenta velocidad de avance. Ocurre», continua diciendo, «esto con los hombres que tienen un pene muy grande esos son menos fértiles que los que tienen un pene moderadamente grande, porque el semen se enfría del todo al ser llevado a una gran distancia, y el semen frío no es fecundante».La moderna medicina aporta una visión diferente al tema de la infertilidad del varón, oponiéndose, por otra parte, a la creencia, de cariz marcadamente machista, de que, en caso de infertilidad de la pareja, la causante era siempre la mujer.

En la actualidad se conoce que, de cada cien casos de infertilidad, cuarenta se producen por causas masculinas, cincuenta por causas femeninas y diez son casos sin y determinar. A pesar de todo, el hombre sigue resistiéndose a acudir a la consulta del andrólogo, aunque la afluencia a dichos consultorios va aumentando día a día; pero en la mayoría de los casos la visita se realiza una vez que queda comprobado el perfecto estado fisiológico de la compañera para una posible concepción, Sería mucho más sencillo que el hombre se hiciese un seminograma o análisis del semen, que detecta de inmediato la existencia de alguna posible anomalía o causa de infertilidad masculina o, por el contrario, si éste es normal, intentar buscar la causa en la mujer.

La andrología, en auge

Las consultas andrológicas se desarrollaron en nuestro país alrededor de los años cincuenta y fueron dirigidas, sobre todo, a promover las familias numerosas. El cometido actual ha cambiado con la nueva menta.lidad y exigencias, sociales. En la mayoría de los centros donde existe servicio urológico hay una consulta de andrología, que puede complementarse perfectamente con la de ginecología, e incluso con la de planificación familiar. No se trata de tener muchos hijos, pero sí de tenerlos, si la pareja está de acuerdo, y de tenerlos sanos.Con el desarrollo de varias ramas de la andrología -entre las más nuevas están la endocrinología y la inmunología- se ha podido obtener una visión más completa de las causas que impiden al hombre procrear, aunque todavía existen algunas, llamadas idiopáticas, cuya procedencia es desconocida.

En una mesa redonda celebrada recientemente, y en la que intervinieron varios especialistas, el doctor Navío, del equipo de urología del Ramón y Cajal, de Madrid, hizo hincapié en la importancia de las enfermedades de tipo urológico que pueden producir infertilidad en el varón. «Las más conocidas son», según el doctor, «el varicocele, que es una especie de variz o ensanchamiento de las venas que riegan el testículo; la criptorquidia, que es la localización del testículo fuera del escroto, y, sobre todo, las infecciones».

Como en el caso de la mujer, con el quiste de mama, el varicocele es fácil detectarlo, ya que al palpar presenta un mayor abultamiento, generalmente en el testículo izquierdo, pues allí se encuentra la vena espermática que desemboca en la renal. El mayor número de varicoceles se suele descubrir en la edad militar, quizá debido a que sea ese el momento del primer reconocimiento completo del varón, aunque se supone que puede darse a partir de la edad puberal. El tratamiento de la esterilidad por varicocele puede ser quirúrgico, médico o combinado, pero, en líneas generales, casi todos suelen resolverse por medio de operación, lo que no siempre corrige su infertilidad.

La criptorquídia tiene una incidencia mucho menor que el varicocele -supone alrededor del 5% de los casos de infertilidad-, pero es de una importancia decisiva, ya que se puede detectar en el primer año de vida y su operación, entre los tres y los cinco años, puede salvar al niño de una infertilidad posterior.

En los criptorquídicos el testículo se daña por la temperatura, porque en el escroto siempre hay un par de grados menos que en el abdomen. Sin,embargo, en los primeros años de vida, hasta que no han dado comienzo las funciones de maduración, el testículo, esté donde esté, no se va a lesionar. Por esto es posible la prevención de ínfertilídades por criptorquidias en las edades mencionadas, ya que entre un 0,2% y un 0,5% d7e los niños presentan esta patología.

Las lesiones anatómicas también cuentan

El hipospadia es una lesión anatómica relativamente frecuente, que consiste en la abertura del orificio terminal de la uretra en la cara inferior del pene, en lugar de estar situado en la punta del glande. Su importancia depende de su grado. En los más graves se desarrolla un escroto en forma de vulva y un pene muy pequeño. Según se va acercando el orificio más a la posición del meato normal, su tratamiento será menos complicado. En cualquier caso, éste se limita a una mera cirugía reparadora de carácter estético y esto comporta un alto índice de fracasos, ya que hay que proceder a reconstruir una neouretra a partir de la piel del pene, que está muy vascularizada, y al moverla, se desvitaliza todavía más y se forman fistulas. Si el que padece un hipospadia grave no se somete a operación quirúrgica, es un individuo totalmente infértil, pues la eyaculación ocurriría fuera de la vagina, aunque esta infertilidad es prácticamente irreversible en un alto porcentaje de los operados, ya que, como hemos dicho, la operación es, sobre todo, una reparación estética.De todas formas, y quizá por su mayor incidencia en los últimos tiempos, son las infecciones las que quizá presentan mayor porcentale de infertilidades maculinas. «La infección», nos dice el doctor Navío, «comporta infertilidad por dos causas: primero, porque las bacterias, hongos, virus, etcétera, tienen un efecto deletéreo directo sobre el semen, y después, porque la infección ejerce una acción sobre las glándulas genitales del varón, que son las que producen parte del plasma sanguíneo». La gonococia, por ejemplo, que estuvo durante un tiempo en regresión y ahora ha habido un brote bastante considerable, produce obstrucción de las conducciones del semen, al igual que la tuberculosis y, por tanto, impide la fertilidad, que, por otra parte, ya está disminuida por la acción de la infección sobre las glándulas genitales.

El tratamiento de las enfermedades infecciosas en general se hace a base de antibióticos y quimioterapia, pero si se trata de infecciones en los genitales del varón el problema se agudiza, ya

ue éstos llegan muy mal a estos organos. Entonces, aunque se dispone de antibióticos sensibles a los gérmenes que las producen, estas infecciones son de tratamiento difícil y difíciles de erradicar.

Hay también factores ambientales que actúan directamente sobre la calidad del semen. El estrés no sólo puede producir enfermedades vasculares o neurológicas, cambios de conducta y estados de ansiedad. Se ha comprobado que en muchos casos el individuo está por debajo o roza el límite de la fertilidad. El doctor Álvarez Rivas -del Servicio de Urología del Primero de Octubre- maxitiene que se da un varicocele producido por el estrés que presenta índices de menos de diez millones de espermatozoides por centímetro cúbico, cuando el nivel normal sería de más de veinte millones por centímetro cúbico. Esto ocurre también en el caso de drogadictos. La droga actúa de dos formas: una, debilitando los espermatozoides, y una segunda, porque produce defectos hormonales a través de hipotálamo e hipórfisis, e incluso de los testículos. Síntomas similares se han observado en fumadores emperdernidos y alcohólicos.

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