Subasta en Madrid de cuadros de Chagall y Zuloaga
También se ofrecerá una edición del "Quijote" de 1617
Trece millones de pesetas por un cuadro de Marc Chagall y más de seis por uno de Ignacio Zuloaga son los precios de partida de una subasta de arte que se celebrará hoy y mañana en la galería Durán, de Madrid. A ambos cuadros se une una rara edición de Don Quijote de la Mancha, que en la primera puja se ofrecerá por algo más de un millón de pesetas.
La supervedette de la subasta es un Marc Chagall, seguramente de última época: un motivo floral y onírico, inconfundiblemente de Chagall, de pintura suelta y muy matérica, lienzo visible y algo amanerado, asimilable en la salita de estar. El motivo es un buquet de flores, que ocupa la casi totalidad del cuadro y funciona como el primer plano del sueño que sufre una monócroma, rosada mujer dormida en el ángulo inferior izquierdo. Sobre ella, la vaquita azul de Chagall, a la que los críticos han querido ver significados de libertad, naturaleza, bondad. Y en un último plano, un poco como el cielo soñado de las flores, una ciudad fantasmal, apenas dibujada, y en la que las flores se vuelven en paisaje. Sale con trece millones, y las pujas funcionarán a 250.000 pesetas.Viene de la galería Pierre Matisse, de Nueva York, y es exportable, porque su autor vive aún.
La segunda estrella es un enorme cuadro de Zuloaga, un cuadro costumbrista y castizo, titulado La calle de las pasiones y firmado en Sevilla en 1904. Efectivamente, una bailaora con su abanico, un guitarrista jorobado, un galgo flaco, el vendedor de flores, una especie de bandido de cualquier serranía y algunas mujeres de aspecto inconfundiblemente dudoso resaltan en tonos rojizos y asequibles. Sale en 6.500.000 pesetas.
Por fin, la tercera es una curiosa y bellísima edición del Quijote, de 1617, en dos volúmenes, que recogen por primera vez juntas las dos partes del libro. Bellísimamente encuadernado en la época, en piel -marroquín rojo-, se imprimió en Barcelona por dos impresores asociados y, como reza en el libro, de tamaño octava, «a costa de Juan Simón, mercader de libros». Saldrá en 1.050.000 pesetas y se irá subiendo en pujas de 50.000.
Luego hay muchas más cosas: cuadros, muebles, lámparas, libros. «No sólo se subasta pintura: aquí vienen coleccionistas de marfiles, de bronces, de monedas ... ». La voz de la galería Durán es hoy el propio Santiago Durán y su asesor artístico José Sousa, y hablan un poco al alimón. «Claro, que lo que más llama la atención son las pinturas ... ». «La pintura que nosotros tenemos», dicen, «es casi siempre una pintura amable, cuadros no demasiado ásperos, que puedan estar en una casa sin cansar». Se refiere a la amplia gama de la pintura de género, que va desde primeros de siglo -paisajes, escenas, bodegones- hasta la Escuela de Madrid y asimilados. No hay, desde luego, demasiados abstractos. Hay, se puede decir, verdadero horror al abstracto entre la clientela de Durán, y ellos dicen que es que «el abstracto está en crisis».
La gente que está suscrita a los catálogos es, según ellos, «gente instalada ya. A veces joven, pero no demasiado. Gente que ya tiene satisfechas sus necesidades, que ya han comprado la casa y el coche, que tienen buenas entradas y pueden ya dedicarse a estos caprichos». Es la gente a la que le gusta esta «pintura amable».
En cada sesión se aparecen entre cincuenta y cien caras nuevas. Son hombres y mujeres, casi estadísticamente igualados.
El procedimiento en Durán es algo distinto de lo que ellos llaman «los ingleses». La diferencia está en que no se admiten reservas, y por tanto, salvo si no hay ninguna puja, el cuadró no podrá ser retirado, por no llegar al mínimo puesto por el dueño. En las operaciones en que el cuadro se queda sin salir, la galería Durán -«también a diferencia de los ingleses»- no cobra un duro.
Babelia
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