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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El tráfico en Madrid

Actualmente, el ayuntamiento de izquierda ha heredado del régimen franquista y ayuntamientos posteriores la problemática del tráfico rodado, que hace tiempo se ha hecho crónico en Madrid.El ciudadano madrileño, en las épocas que anteriormente se citan, tuvo que reaccionar como le dejaban, para poder trasladarse dentro de la ciudad y alrededores, comprándose el coche particular a plazos, sacrificándose con pluriempleos y horas extras. ¿Quién no recuerda, año tras año, las lamentables escenas cotidianas que presentaban los viajeros apiñados y prensados en el Metro madrileño, y sobre todo las protagonistas, las mujeres? A pesar de todo, este servicio de viajeros era el preferido por los ciudadanos madrileños a cualquier tipo de transporte colectivo por la regularidad y la economía, porque en el país de los ciegos el tuerto es el rey.

Ante esta pasividad franquista, digna de su estilo, madrileño no tuvo otra alternativa que trasladarse por la ciudad en coche particular. Era la época en que los países productores de petróleo no eran conscientes todavía del resorte económico que tenían en su manos. Las multinacionales fabricantes de automóviles entraban de lleno en nuestro país en la sociedad de consumo. Así se iba tirando en nuestro país, absorbiendo todo, para dar cabida al creciente parque acumulativo, del automóvil, pero sin dar solución equilibrada a las demandas.

Llegamos al año 1979-1980 con ayuntamientos de izquierda, responsables ante el pueblo y con imaginación del presente y el futuro. ¿Qué realidad tiene este ayuntamiento para no caer en el inmovilismo anterior?

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Se dice en su artículo de fondo titulado «Malthusianismo municipal», del 24 de septiembre, en materia de tránsito rodado: «Se confiaba que este ayuntamiento tuviera alguna imaginación, alguna innovación, incluso alguna idea; no ha sido así».

El ayuntamiento ha estructura do el tráfico rodado prioritariamente sobre transporte colectivo, naturalmente en detrimento del vehículo privado y no porque vaya contra los dueños de los vehículos privados, sino porque tiene que convencer al usuario del coche privado, que no tiene éste futuro en la ciudad, ya que la constante subida del precio de la gasolina hará prohibitivo su uso para la economía nacional. En nuestra ciudad hemos llegado a un grado de contaminación que también el automóvil es elemento fundamental en este deterioro del medio ambiente. El constante aumento acumulativo del automóvil, de las calles mal estructuradas para esta clase de de tráfico; sería nulo hacer una política respirable en la cual no se planteara este problema en el Ayuntamiento de Madrid. Por todo esto llegará un día en que ni siquiera pueda circular el transporte colectivo.

Para ello, el ayuntamiento no tiene que obligar; tiene que recobrar una imagen largamente perdida, en la cual el transporte colectivo es la única solución de trasladarse dentro de la ciudad.

Este ayuntamiento tiene que borrar del ciudadano el Metro franquista, tiene que presentar el autobús de la EMT con un servicio regular, rápido y cómodo, llegando sus líneas a donde precisen las necesidades. Tienen que ser montados estos servicios públicos como empresas de economía rentable. En este proyecto está empeñado en la actualidad el ayuntamiento de izquierda.

Se dice que es negativo resolver los problemas mediante la negociación, prohibición y supresión del elemento dinámico.

¿Qué forma de persuasión han de emplear las autoridades municipales en el usuario de coche particular en nuestra ciudad, que en su principio por la circulación le obligaba a ser una necesidad y que actualmente se ha vuelto una comodidad en detrimento de los demás?

Se han visto actualmente algunas líneas del Metro, con los coches semivacíos y líneas de autobuses en las mismas condiciones, por las calles de la ciudad atiborradas de automóviles apestando contaminación, derrochando costosas divisas, muy necesitadas en otros sectores de nuestra economía nacional, que seguramente apuntaría el penoso paro obrero.

Por tanto, el responsable no tiene más remedio que disuadir el uso del coche particular por medios negativos, empleando formas contundentes. /

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