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El presidente brasileño, decidido a poner fin al terrorismo de ultraderecha

El general João Baptista Figueredo, el combativo ex oficial de Caballería que dirige los destinos de Brasil, ha empeñado su prestigio y el futuro de su gradual liberalización del proceso político en la captura de los terroristas de extrema derecha responsables de la escalada de violencia que conoce el gigante latinoamericano.

Es muy probable que, para cumplir su palabra, Figueiredo tenga que detener a militares que fueron sus colaboradores cuando ocupaba la jefatura de los servicios de inteligencia de Brasil. Grupos ultraderechistas se han responsabilizado de los últimos atentados -el más reciente, el asesinato, mediante una carta-bomba, de un secretario del Colegio de Abogados de Brasil, el 27 de agosto- y la perfección y modernidad de sus procedimientos han generalizado la idea de que sus integrantes son militares opuestos al programa de liberalización que defiende Figueiredo.Hablando en Belo Horizonte, un Estado del interior, ante una batería de micrófonos, y después de desechar el discurso preparado por sus ayudantes, el presidente brasileño aseguró que los terroristas serán llevados ante la justicia: «Si alguien tiene algo en contra de la manera como el país está dirigido, que se dirija a alguien responsable de ello, por ejemplo, a mí», precisó Figueiredo, en tono belicoso.

Ayer mismo aparecían en Río de Janeiro los cadáveres -acribillados y calcinados- de seis personas, tres de ellas, menores de veintiún años, nuevas víctimas que añadir a la interminable lista del Escuadrón de la Muerte, una organización con incrustaciones policiales que permanece en total impunidad.

No hay resultados, como el portavoz presidencial se encarga de señalar a diario, en las investigaciones que todos los cuerpos de seguridad del Estado llevan a cabo para desenmascarar a los autores de los secuestros y las oleadas de bombas que se han sucedido, sobre todo contra quioscos que venden publicaciones izquierdistas. El cardenal de São Paulo, Evaristo Arris, líder del ala liberal de la Iglesia brasileña, ha declarado: «En los casos de terrorismo de izquierdas estamos siempre muy bien informados por el Gobierno. Cuando los actos terroristas parece que vienen de la derecha, nadie encuentra rastro de sus protagonistas y nunca hay ayuda para las personas afectadas».

Figueiredo está en mejores condiciones para actuar que ninguno de sus predecesores desde el golpe de 1964. Parece tener el apoyo total del alto mando militar, y su estilo populista le ha valido un creciente apoyo personal. Después de su vigorosa denuncia del terrorismo, incluso un abogado procesado por el Tribunal Supremo por insultarle le ha declarado públicamente su apoyo.

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