El Ministerio de Sanidad prohíbe la venta de "potitos" infantiles en Italia
En este país, tan acostumbrado a los escándalos, se acaba de producir uno que ha sacudido particularmente a la opinión pública. El ministro de Sanidad italiano, el socialista Aldo Aniasi, acaba de ordenar el secuestro en todo el territorio nacional de veintidós productos de los famosos «potitos», alimentos suministrados a los niños a partir de los tres meses. Aquí se llaman «omogeneizzati», y están hechos con carne de ternera y de pollo unida a otras sustancias, por ejemplo, vitaminas vegetales.
Se acusa a estos alimentos, que todas las madres italianas compran en las farmacias porque suponen una gran facilidad para la alimentación de los niños, de contener estrógenos, concretamente, dietilsilvestrolo, una hormona que empresarios sin escrúpulos suministran a los terneros y pollos para que en poco tiempo aumenten de peso. Es la famosa «carne inflada».Esta sustancia está prohibida en todos los países de la Comunidad Europea desde 1961, por dañina para los niños y también para los adultos. La decisión del ministro de Sanidad fue tomada después de que varios médicos denunciaran que a una serie de niños varones se les habían abultado los pechos, como si fueran niñas, tras haber tomado repetidamente «potitos». El ministro ordenó al Instituto Superior de Sanidad que hiciera controles, y éstos han debido ser positivos, porque inmediatamente Aniasi ha ordenado el secuestro de veintidós productos que pertenecen a las siguientes marcas: Plasmon, Dieterba, Gerber y Bracco. Los carabinieri están ya recogiendo los «potitos» en todas las farmacias de Italia.
Los periódicos se ven asediados por llamadas telefónicas de madres preocupadas, que, acostumbradas a estos alimentos, no saben qué dar a sus bebés. Les respondió ayer un famoso pediatra de Roma aconsejándolas que preparen en casa la comida y eviten por el momento la carne de ternera y de pollo. Por su parte, el catedrático Carlo Cantoni, director del Instituto de Inspección de Alimentos de la Universidad de Milán, ha aconsejado también desde los diarios que incluso los adultos en este período deberían abstenerse de comprar carne de ternera hasta que se hagan estudios más profundos sobre la situación en Italia.
Del Ministerio de Sanidad afirman que esta sustancia llega clandestinamente a Italia procedente de Francia, Alemania y Holanda, o bien en las reses que han sido alimentadas con dietilsilvestrolo en el extranjero. Es difícil el control porque, afirman en el ministerio, en la frontera las reses se presentan ya con el certificado de la inspección de los diversos países de procedencia. Y de los cuatrocientos millones de kilos de carne que consumen los italianos, diez son de importación.
El problema será presentado al Parlamento y ya los comunistas han hecho una interpelación al ministro Aniasi. La dificultad está en que, al parecer, los controles no han sido hasta ahora suficientes, y los que actúan sin escrúpulos, aunque a veces caigan en manos de la justicia, se salvan con condenas muy pequeñas; actualmente, con 100.000 pesetas de multa, que a la hora de la conciliación se quedan normalmente en 30.000. Ahora todos los políticos piden a grandes voces que se aumente seriamente la condena a estos irresponsables que están jugando con la salud de millones de niños.
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