"No me interesa personalmente el comunismo estoy a favor de que los trabajadores se puedan defender"
Lech (diminutivo del nombre Ledzek) Walesa se ha convertido en la primera figura obrera de Polonia, a raíz de las huelgas del Báltico, que han generado una organización sindical libre por primera vez en un país de la Europa del Este. Casado, con 37 años de edad y padre de seis hijos, este hombre de pequeña estatura y bigotes ya famosos trabaja prácticamente todo el día en los locales del Comité de Huelga Interempresas, en la calle MarchIewskiego, de Gdansk, donde las colas, por primera vez, no parecen disgustar a nadie. Allí están los hombres y mujeres que van a inscribirse en la nueva organización.
Walesa es parco en palabras, pero remacha con firmeza cada una de ellas. Gesticula un poco cuando dice nie, nie (no, no) ante preguntas de directa implicación política. Sonríe y hace un claro gesto de asentamiento cuando se le ofrece un cigarrillo español, como fumador empedernido que es. Oye misa y comulga todos los días, y en su solapa, bien visible, lleva una insignia de la Virgen de Czestochowa.Walesa habló con el enviado especial de EL PAÍS.
Pregunta. ¿Cuáles son las más inmediatas dificultades para la nueva organización sindical?
Respuesta. Todos los acontecimientos graves tienen dificultades, pero, al final, se supo que nosotros, los obreros, teníamos razón. Creo que el Gobierno comprendió que lo que ha sucedido es positivo.
P. ¿A partir de ahora será posible la doble militancia de miembros del partido y afiliados al sindicato libre?
R. No creo en esa viabilidad, pero todo el que quiera venir será bien recibido, pero teniendo en cuenta que, una vez que nuestro sindicato se organice, seremos exclusivamente sindicalistas, no políticos.
P. ¿En algún momento hubo peligro de ruptura del movimiento sindical?
R. No. Se trataba de una gran huelga, y cada una de las fábricas que participaban en ella tenía sus propios problemas, pero todos estábamos de acuerdo en los veintiún puntos.
P. ¿Cómo ve el futuro del sindicalismo oficial?
R. Pueden trabajar junto con nosotros, pero pienso que su muerte será normal, porque todos los jóvenes se inscriben en nuestros sindicatos y la federación oficial tiene a los viejos a punto de la jubilación y a los temerosos de perder las pensiones. Repito también que nosotros no somos políticos; somos sindicalistas y estamos ante todo a favor de la libertad sindical en todo el mundo.
P. ¿Cómo se preparó la gran huelga en todo el Báltico?R. No hubo preparación. Se trató de un movimiento espontáneo a raíz de la expulsión de la obrera Anna Walentynowic, ese fue el detonante. Hubo, claro está, otras causas anteriores, como la subida de la carne.
P. ¿Cuándo convocarán elecciones sindicales libres?
R. El Comité Interempresas de Huelga se ha convertido en un comité de creación de los nuevos sindicatos, cuyas direcciones serán elegidas por votación, de la cual surgirá el primer comité director de los nuevos sindicatos. (En este momento la intérprete añade por su cuenta que Walesa seguirá siendo el líder). Como mucho, habrá elecciones dentro de un mes.
P. ¿La existencia de un sindicalismo libre en Polonia no llevará a una modificación del régimen?
R. Somos obreros; no nos interesa la política, queremos luchar tan sólo por los derechos de los obreros. Tampoco a mí personalmente me interesa el comunismo; estoy sólo a favor de que todos los trabajadores del mundo se puedan defender.
Walesa explica a continuación que la asignación de los obreros al sindicalismo oficial es el 1% de su salario, que a partir de ahora podrá ser ingresado en las cuotas de las nuevas organizaciones autogestionarias. Todo ha quedado pactado con el viceprimer ministro, Jagielski, aunque «lo mismo me daba este hombre u otro cualquiera a la hora de negociar», añade Walesa.
Prensa sin censura
También quedó pactado el derecho de los nuevos sindicatos a tener Prensa sin censura. «Hasta ahora», dice el dirigente obrero, «tenemos el título de nuestro periódico, Solidarnosc (Solidaridad), pero nos falta todo el material, máquinas y herramientas para imprimirlo».
P. ¿Cree que habrá un contagio a otros países del Este?
R. No tengo noticias de otros países, pero este asunto es una cosa interna de polacos.
P. ¿Ha recibido alguna invitación para visitar España?
R. No, por el momento, pero me gustaría mucho. El inconveniente (enseña un bolsillo de su pantalón vacío) es que no hay dinero, pero estoy dispuesto a aceptar cualquier invitación, siempre que provenga de un sindicato.
Sonríe ampliamente cuando se le pregunta si en el futuro próximo el nombre de Walesa destronará al nombre de Gierek y recalca: «Nie polytika» (nada de política).
Recuerda muy rápidamente su pasado, con cinco detenciones -«ninguna duró más de 48 horas»-, la entrada en los astilleros Lenin, en 1970, y su despido durante las huelgas de 1976.
De todos los proyectos en ciernes, hay uno que le seduce especialmente: ser recibido por el Papa en Roma. De momento, mañana, domingo, tendrá un encuentro en Varsovia con el primado Stefan Wyszynski, jefe de la fuerza social más importante en Polonia. No hay, temario previo, pero será una conversación de dos auténticos líderes de Polonia.
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