El Papa pide a los católicos italianos que luchen para acabar con la ley del aborto
Juan Pablo II ha pedido a los católicos italianos que luchen contra la actual ley del aborto aprobada por el Parlamento italiano, porque dicha ley es, según el Papa, «moralmente inaceptable». La denuncia del Santo Pontífice ha sido calificada de «grito de Aquila», porque fue pronunciada durante la visita que el sábado pasado efectuó a la ciudad de Aquila, capital de la región montañosa de los Abruzos.
Dirigiéndose a miles de fieles congregados en la basílica de Collemaggio, afirmó: «Yo, como vicario de aquel que es la vida del mundo, quiero gritar con mi humilde voz para defender a quien nunca tuvo ni tendrá voz: no se puede suprimir la vida en el seno de la madre». A renglón seguido añadió que los seglares católicos «deben luchar para superar la ley actual sobre el aborto, moralmente inaceptable, y sustituirla con normas totalmente respetuosas del derecho a la vida».El Papa, que recordó también que el episcopado italiano había hablado en este sentido en diciembre de 1978, ha levantado con sus palabras en Aquila una verdadera polvareda. Si su postura ha hecho felices a los movimientos católicos más integristas, ha puesto en cambio en un aprieto a los obispos italianos, entre los que no existe unanimidad sobre la oportunidad de dar una batalla contra la ley del Aborto aprobada por el Parlamento y combatida con todas sus fuerzas por los movimientos tradicionalistas desde su promulgación.
El Papa, para defender su posición, añadió que «le están llegando noticias terribles sobre la triste situación a la que se ha llegado en el terreno del aborto», después de la aprobación de la ley.
«Es necesario», afirmó, «edificar un muro contra los peligros que amenazan con profanar el santuario de la familia: me refiero al hedonismo que conduce a la falta de amor entre los cónyuges y hacia los hijos, a la infidelidad matrimonial, al divorcio y al aborto». Tras estas declaraciones no existen dudas de que el Papa quiere que los católicos contribuyan a la supresión de la ley italiana sobre el aborto. Pero no queda claro si el Papa intenta apoyar a quienes, como el grupo Alianza por la Vida, piden que se abrogue completamente la ley o a quienes, como Movimiento por la Vida, Comunión y Liberación o el Opus Dei, piden un referéndum para cambiar la ley actual por otra «más católica», en la cual se acepte, por ejemplo, sólo el «aborto terapéutico» y se encarcele a la mujer que aborta por otros motivos y a quienes colaboren con ella.
Los obispos, divididos
Los obispos italianos hasta ahora habían adoptado una actitud más bien diplomática con estos movimientos tradicionalistas católicos que están recogiendo el medio millón de firmas para intentar convocar un referéndum abrogativo. La fecha tope para recoger firmas es el 30 de septiembre y por ahora no han conseguido ni 200.000 firmas. Pero por ahora los obispos no se habían empeñado a fondo. Estos están divididos entre quienes como el cardenal Benelli o el cardenal Ballestrero, presidente de la conferencia episcopal, se darían por satisfechos con el referéndum para «cambiar» la ley, y quienes como el obispo de Famo, Costanzo Micci, que preside también la comisión familia de la conferencia episcopal apoya a quienes piden que no exista ninguna ley favorable a ningún tipo de aborto.Mientras tanto, la Democracia Cristiana no ha perdido tiempo y ya ayer el secretario general, Flaminio Piccoli, aseguró que los democristianos deben firmar a favor del referéndum organizado por el Movimiento porla Vida.
Los observadores subrayan que las palabras del Papa en Aquila son doblemente importantes porque dentro de unas semanas se abrirá en el Vaticano el sínodo mundial de obispos para discutir el tema de la familia.
La izquierda italiana y los católicos democristianos están preocupados. Temen que, como en los tiempos del referéndum contra el divorcio, el país se divida otra vez entre laicos y católicos.
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