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A la espera de acontecimientos

Las vacaciones políticas han terminado no tanto porque el presidente del Gobierno haya regresado a la Moncloa cuanto porque desde muy distintos ángulos la ofensiva de los insatisfechos se ha desencadenado, y en el aire están ya autopropuestas para presidir un «gobierno de gestión», amenazas de ruptura interna de UCD y reunión de la ejecutiva del PSOE con un programa exhaustivo en el orden del día.Las «vacaciones económicas», sin embargo, continúan. Y no tanto por el hecho de que la última semana de agosto es todavía «abonable y no recuperable» a efectos laborales cuanto por el simple hecho de que esta es la hora en que aun se desconoce cuál va a ser el futuro de la vicepresidencia para Asuntos Económicos; si Abril sigue o se va; si arrastra consigo o no a todo el equipo económico, y quién va a ser, en definitiva, el coordinador, inspirador o simplemente responsable de la política económica de los próximos meses.

A nivel político, el país está a la espera de acontecimientos. En el ámbito económico, en cambio, todo está a la espera de interlocutores. El peor servicio que se le puede hacer ahora al futuro inmediato del país es demorar la solución a la crisis política con varias semanas de compás de espera, de bulos, rumores, mentís y «estrategias de colocación» como las que precedieron a la última crisis minísterial. Un nuevo «impasse», como el de la pasada primavera, puede hacer desencadenar indeseables reacciones de impaciencia en el mundo sindical y una nueva y aletargadora indecisión empresarial que puede alejar, por muchos meses más, el enfoque de una verdadera salida a la crisis económica. Una crisis no, tan grave por su larga duración como por los desoladores resultados. ( ...)

Si a esta angustiosa espera de acontecimientos políticos e interlocutores económicos se une el permanente y continuo desasosiego general que provoca la escalada terrorista -cuyo actual «ralentí» no oculta el temor a lo que pueda pasar con 7.000 kilogramos de Goma 2- y se añade a todo ello el hastío ante una situación de falta de iniciativa del Gobierno para jugar bazas que no sean simples enfoques defensivos y se remata todo con la guinda de la pérdida de atractivo que tienen ya para el ciudadano medio las alternativas de pactos legislativos, compromisos históricos o acuerdos entre partidos, veremos que la «rentrée» política puede ser apasionante para sus protagonistas, pero aporta poco interés para el país, mudo espectador de unos acontecimientos que ha de sufrir, pero en los que en modo alguno puede influir.

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26 de agosto

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