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La crisis político-social en Polonia

El Gobierno polaco no utilizará la fuerza contra los huelguistas

A pesar de la extensión de las huelgas en el Báltico polaco, desde la frontera de Alemania Oriental hasta la de la URSS, un día después de la alocución al país del primer secretario del POUP, Edvard Gierek, el ambiente comenzó ayer a relajarse entre los huelguistas, al anunciar el Gobierno que no utilizará la fuerza contra ellos. Las autoridades polacas siguen insistiendo en que el sistema comunista es irreemplazable.

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Entre los huelguistas, que, según el portavoz del grupo disidente KOR, Jacek Kuron, son 300.000 en todo el país, unos 100.000 según el portavoz del Gobierno, Miroslaw Wojciechowski, director de la agencia oficial Interpress, fue bien recibida la noticia de que el jefe del Estado, Henryk Jablonski, forma parte de la comisión gubernamental reunida en Gdansk para negociar con los obreros. Stephan Kannia, miembro del buró político, y el viceprimer ministro, Tadeuzs Pyka, completan la delegación.Sin embargo, ayer surgió un problema para emprender las negociaciones, puesto que el Gobierno no acepta entablar diálogo con el comité de huelga interempresarial de Gdansk, que agrupa a 174 de los 191 astilleros y fábricas en paro en la zona báltica.

Las autoridades polacas están dispuestas tan sólo a emprender conversaciones, por separado, con cada comité de huelga de cada fábrica. El comité interempresarial lo componen quince miembros, dirigidos por Lech Walesa, perfilado ya como el animador de la huelga en los astilleros Lenin.

Este último manifestó ayer que los dieciséis puntos y cinco apartados de las reivindicaciones políticas y salariales de los huelguistas «son negociables», siempre y cuando las conversaciones traten en profundidad cada uno de los puntos.

A pesar del desencanto producido por el discurso de Gierek, en cuanto a cualquier ofrecimiento de reforma política, los obreros mantienen cierto grado de optimismo, por cuanto el primer secretario, en ningún momento, dio un ultimátum a los obreros para que se incorporasen al trabajo como condición indispensable para emprender cualquier tipo de negociación.

Los miles de obreros en huelga saben ya una cosa cierta: el régimen no transigirá en reformas políticas que conduzcan sustancialmente a un cambio en las estructuras de partido único. Frente a las reivindicaciones obreras de mayor libertad sindical, de expresión, huelgas y supresión de censura, Jablonski mencionó ayer el tema en una emisión radiofónica desde Gdansk, señalando que en «Polonia hay suficiente espacio para personas con diferentes puntos de vista ideológicos». El portavoz gubernamental, Wojciechowski, matizó estos términos al referirse a que en Polonia hay una verdadera falta de socialismo y es necesario profundizar «la democracia socialista».

Silencio de la Iglesia

Mientras tanto, la jerarquía guarda absoluto silencio sobre el desarrollo de las peticiones políticas de los obreros. Algunos rumores, extendidos por Varsovia en las últimas horas, afirman que recientemente hubo contactos entre las autoridades y obispos; los primeros, para solicitar que la Iglesia no arroje «leña al fuego», mientras los obispos solicitaron que la situación se arregle pacíficamente, sin el concurso de las fuerzas de seguridad.Asimismo, el Vaticano guarda el mismo silencio, y su órgano oficial, L'Osservatore Romano, informó escuetamente de los paros obreros en fábricas del Báltico, añadiendo que Juan Pablo II «sigue atentamente» el desarrollo de los acontecimientos.

Frente a la Unión Soviética, que mantiene un mutismo total sobre los acontecimientos en Polonia, el miembro del KOR Jan Kielanowski afirmó que los soviéticos sólo intervendrían si el Gobierno polaco cae por la fuerza de la calle. Asimismo, una nota del Pentágono norteamericano, hecha pública ayer, introdujo un factor de tranquilidad al notificar que sus servicios de información no han detectado ningún movimiento de tropas soviéticas inusual en las últimas horas.

Tampoco las tropas de la milicia polaca que desembarcaron en Gdansk el pasado lunes por la noche no se hicieron visibles ayer en la ciudad.

Los paros se extendieron ayer a la localidad de Nowa Huta, en las afueras de Cracovia, donde se sumó parcialmente a la huelga la siderúrgica Lenin, informó en Varsovia un portavoz del movimiento disidente KOR (Comité de Autodefensa Social). Según esta información, sólo se mantienen en funcionamiento los servicios esenciales de la factoría, para evitar que se apaguen los hornos. Hasta ahora, el movimiento huelguístico no había afectado a esta zona del país.

El KOR informó asimismo que en la ciudad de Szczecin veinte empresas, representando a 30.000 huelguistas, se habrían unido al comité de huelga, creado durante la jornada de ayer.

Anoche el comité de huelga interempresas de Gdansk (MKS) recibió con absoluta indiferencia la decisión de las autoridades de no mantener negociaciones directas con el mismo. «Ese es su problema», afirmó su principal animador, Lech Walesa. «Nosotros estamos dispuestos a sentarnos a la mesa de negociaciones. Hasta que esto se produzca estamos decididos a continuar la huelga».

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