Manuel Gutierrez Aragón:"No quiero convertirme en un objeto cultural"
El realizador español ha comenzado a rodar su nueva película "Maravillas"
El director de cine Manuel Gutiérrez Aragón teme convertirse en «objeto cultural», ya que el día en que esté pagado por el Estado el cine cambiará por completo, según dijo durante la charla que mantuvo con alumnos de los cursos de verano de la Universidad de Salamanca.
El realizador santanderino manifestó que en este sentido la película Maravillas -que comenzó a rodarse en Madrid el pasado miércoles- se verá afectada por los nuevos planteamientos que le inquietan últimamente, ya que, señaló, «como en el caso de cualquier cultura, en el cine hay que considerar no sólo cómo se hace, sino cómo se consume ». Mostró su preocupación porque el Estado proteja al cine como protege a la música de cámara, ya que, si antes el Estado actuaba como censor, «lo que ahora persigue sutilmente puede ser muy peligroso: nos quieren meter en el mundo de la cultura ».Manuel Gutiérrez apuntó también que, al solicitar la ayuda del Estado para el cine -amparo que consideró necesario-, «quizá sólo pedimos que nos conviertan en cultura y, aunque muchos compañeros no compartan esta postura», dijo, «sin embargo, advierto de que el riesgo es de que nos arrinconen hacia el mundo de la cultura». Luego, el director de El corazón del bosque afirmó rotundamente que «entre el temor de separarme del público y el temor de no hacer una película buena, prefiero no hacer una buena película. Lo lamentable para mí es no llegar a la gente, como ocurrió en el caso de Sonámbulos, a la que catalogó como su mejor película hasta ahora.
También señaló Gutiérrez Aragón que en estos momentos, como cineasta, «me vendo mejor como artista exquisito y de cara al público que tengo; me debo vender para el cinéfilo, pero mi miedo y mi pánico, aunque vaya contra mis intereses, es convertirme en objeto cultural».
El realizador señaló en otro momento que mucho del cine realizado hasta ahora, a pesar de todas sus trampas y mentiras, era un arte popular. Para evitar cortar ese hilo de relación con el público, Gutiérrez Aragón apuntó que, «si durante el franquismo fuimos capaces de burlar a los censores y decir cosas que el público quería ver y oír, ahora deberíamos buscar un camino distinto para burlar también la imposición exterior».
Para el realizador en este momento en que el Estado no impone tema y no reprime, el problema reside en la forma de consumirse el cine, en que el cine «sólo sea hecho para consumirse culturalmente; que sea hecho para que sólo sea cultura».
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