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Federico Sopeña analiza los aspectos culturales del barroco musical

Con dos conferencias de Federico Sopeña, director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, han dado comienzo las actividades públicas del II Curso de Música Barroca y Rococó en San Lorenzo de El Escorial. Sopeña disertó sobre Etapas en el redescubrimiento del barroco: del romanticismo al neoclasicismo; examinó los diferentes aspectos sociólogos y culturales del barroco musical, en relación con la etapa romántica, y analizó las causas del olvido en que tuvo el siglo XIX a la música de los siglos XVII y primera mitad del XVIII.

Se refirió también al barroco como arte cosmopolita, ligado al fasto cortesano, y al romanticismo como arte nacionalista dirigido al público de las ciudades o, en todo caso, del salón burgués; a la incidencia de la obra y la personalidad beethoveniana en el romanticismo y los principios estéticos, sociales y políticos sobre los que Beethoven operaría la gran transformación que dejó postergado el orden, musical anterior.El segundo día se refirió Sopeña a los pasos vacilantes, iniciados a fines del pasado siglo y comienzos del presente, para el redescubrimiento del barroco musical, la labor de los compositores impresionistas, sobre todo Debussy, en el estudio y divulgación de la obra de los clavecinistas franceses del siglo XVIII, los esfuerzos de la Eschola Cantorum y artistas cercanos a ella, como Nin y Wanda Landoska, la aproximación intentada por Brahms, las recreaciones straussianas, hasta llegar a los primeros trabajos serios sobre el barroco, desde Faustó Torrefranca, pasando por Romain Rolland, hasta Mare Pincherle.

Contó Sopeña un sabroso anecdotario sobre las vicisitudes de la incorporación de obras barrocas al repertorio de nuestro siglo.

Concluyó el conferenciante con una explicación sobre el resurgir del auténtico barroco musical entre la juventud europea como un grito de rebeldía contra la vieja moral hipócrita.

La atracción que se siente en estos momentos hacia el Siglo de las Luces se manifestó por la noche, cuando un público entusiasta llenó hasta rebosar el Real Coliseo de Carlos III para escuchar un programa dedicado a la obra de Luigi Boccherini.

El grupo de cámara integrado por Lucy van Dael, Marinette Froost, violines; Emilio Moreno, viola; Anner Bylsma, violonchelo, y Anthony Woodrow, contrabajo, con instrumental barroco, ofreció una verdadera lección de técnica y matizada sonoridad, llena de exquisitos detalles en fraseo y ornamentación. Sobre este concierto habrá que extenderse con más detalle, pero dejemos ya constancia de su categoría excepcional y de la presencia de un verdadero fenómeno de la especialidad: el chellista holandés Anner ByIsma, quien justificó plenamente las recompensas internacionales que ha merecido su labor.

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