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Delegaciones de 66 países condenan a los Gobiernos que apoyan a regímenes racistas

La primera comisión de trabajo de la Conferencia Mundial de la Mujer, que se celebra en Copenhague, decidió el martes por la tarde aprobar una proposición de Angola en la que se prohiben las discriminaciones raciales y sexistas, al tiempo que se condena a todos aquellos Gobiernos que cooperen con los regímenes racistas. Este acuerdo fue adoptado por 66 votos a favor, cinco en contra y 39 abstenciones.

Las cinco delegaciones de países que votaron en contra son las de Estados Unidos, República Federal de Alemania, Gran Bretaña, Israel y Lesoto. Se abstuvieron, entre otras, las delegaciones de los siete países miembros de la CEE, países nórdicos, Nueva Zelanda, Suiza, Canadá y Japón, mientras que la propuesta angolesa era favorablemente votada, entre otros, por China, URSS y el bloque de países del Este, entre los que se cuenta también Yugoslavia.Según los observadores de la conferencia, esta decisión es un grave revés para Estados Unidos, toda vez que la propuesta angolesa es muy similar a una propuesta de EE UU en la que, sin embargo, no se condenaba taxativamente a los Gobiernos que apoyen a regímenes racistas, y entre ellos y de forma especial a Africa del Sur, gran ausente de esta conferencia.

También el martes por la tarde la segunda comisión de la conferencia aprobó, sin necesidad de votación, un proyecto de resolución en el que se pide a todos los Gobiernos que adopten medidas para acabar con la prostitución y el tráfico de mujeres y niños. Esta resolución invita igualmente a las Naciones Unidas a estudiar las posibles relaciones entre el subdesarrollo y la prostitución y esclavitud. Ante una petición de la delegación soviética, los promotores de esta resolución han decidido no calificar la prostitución como un «azote universal».

Respecto a los profundos problemas surgidos con la cuestión palestina a Israel, las sesiones de la conferencia llegaron al grado máximo de tensión durante la madrugada del miércoles, cuando los países árabes se negaban rotundamente a renunciar a su propuesta de identificar sionismo con racismo, hecho inaceptable para la mayoría de los países del bloque occidental, que son minoría en las votaciones. Las constantes peticiones de la presidenta de la conferencia, la danesa Lise Oestergaard, en el sentido de que el tema del sionismo se incluya en una declaración aparte, no han sido atendidas, y es más que posible que la condena del sionismo, y con ella la de Israel, figure en el plan de acción mundial para los próximos cinco años que debe salir de la Conferencia Mundial de la Mujer.

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