Informe del ICE de Barcelona sobre el acceso a la universidad

La fórmula de acceso a la «universidad de los mayores de veinticinco años, iniciada hace ya algún tiempo, «debe incrementarse y extenderse como procedimiento vicario que ha demostrado su efectividad y sus posibilidades de mejora». Esta es la principal conclusión de un estudio monográfico sobre el tema, realizado por Ana María Montiel, que acaba de publicar el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona.El informe señala, según informa Efe, que el grupo de alumnos procedentes de la disposición ministerial que institucionalizó el acceso a la universidad de los mayores de veinticinco años carentes de la titulación necesaria, tras superar determinadas pruebas de ingreso, representa algo menos del 4% del total del alumnado de la Universidad Autónoma de Barcelona. Se trata, pues, de una población estudiantil que en modo alguno puede distorsionar la vida académica o constituir un problema para la universidad, ya que su ritmo de estudios y el porcentaje de abandonos son similares a los del conjunto de estudiantes.

Respecto a la procedencia social de los alumnos, derivada de la profesión que ejercen al ingresar, el estudio realizado indica que nos encontramos todavía muy lejos del mecanismo que permita el acceso del obrero a la universidad. Asimismo, la relación entre trabajo y estudio resulta muy positiva, sobre todo en el caso concreto de los ayudantes técnicos sanitarios y los educadores.

La disposición legal sobre el ingreso de los mayores de veinticinco años ha sido aprovechada por las mujeres en un porcentaje ligeramente superior al de los hombres y, en proporción semejante, por los mayores de treinta. años. Esta circunstancia se interpreta como una demostración de que la experiencia es arrostrada mucho más por quienes ya tienen una madurez profesional y personal comprobada a lo largo de muchos años que por quienes pudieran ver en ella una solución inicial para encauzar sus vidas.