El presidente egipcio, Sadat confirma que seguirá negociando con Israel
«No estoy dispuesto a pararme a mitad del camino que conduce a la paz: iremos juntos hasta el final», declaró el presidente egipcio Anuar el Sadat en una entrevista publicada ayer por el diario israelí Yedioth Aharonoth. El jefe del Estado egipcio reprochó también a «algunos ministros israelíes» querer «presionar para interrumpir el proceso de paz». «Vosotros, israelíes», añadió, «tenéis que esperaros a que los palestinos exijan la independencia al término de tres años de autonomía».
Con anterioridad, Kamal Hassan Ali, ministro egipcio de Asuntos Exteriores, confirmó que el voto de la Knesel (Parlamento israelí) convirtiendo a Jerusalén en «capital eterna de Israel» no afectará el desarrollo de las negociaciones egipcio-israelíes sobre la autonomía palestina.Rumores difundidos por la radio nacional israelí aseguraron ayer que el presidente egipcio tenía la intención de retirar a su embajador en Tel Aviv si Menájem Beguin desplazaba la sede de la jefatura del Gobierno al sector árabe de Jerusalén. Fuentes egipcias dieron a entender que estos rumores eran infundados.
Una tensa calma reinó ayer en Cisjordania, Gaza y la parte árabe de Jerusalén, a consecuencia de la muerte, el jueves, de un segundo preso palestino que participaba en la huelga de hambre de la cárcel de Nafka.
El ejército israelí tomó medidas de urgencia para evitar que la situación se deteriore cuando, tras la oración del viernes, los fieles abandonan las mezquitas. La parte árabe de Jerusalén fue aislada del resto de Cisjordania hasta que terminó la oración en la gran mezquita de Al Aksa, con objeto de evitar una manifestación que hubiese podido desembocar en enfrentamientos con el Ejército.
Miles de fieles se disolvieron bajo la vigilancia del Ejército y la policía. Un intento de manifestación, en Ramallah fue abortado por las fuerzas de seguridad israelíes. Mientras tanto, todos los presos políticos palestinos de la cárcel de Nafka, situada en pleno desierto del Neguev, siguen en huelga de hambre desde hace once días para obtener una mejora de sus condiciones de encarcelamiento o el cierre de la cárcel. Los veinticuatro presos, que fueron trasladados de Nafka a la cárcel de Ramleh reanudaron ayer su huelga de hambre.La muerte de los dos presos palestinos causa cierto malestar entre las autoridades israelíes. El ministro del Interior contraatacó ayer al declarar al diario Yedioth Aharonot que los presos palestinos que resultaron muertos, tras haber sido alimentados a la fuerza «habían derramado sangre judía».
Anuár Nusseriba, importante personalidad palestina de Jerusalén, replicó que «los palestinos condenados a largas penas de cárcel en Israel no pueden ser juzgados de nuevo ».
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