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Críticas del director de la Opera de Viena a la situación musical española

Miguel A. Gómez Martínez, director titular de la Opera de Viena, dirigirá el próximo día 4, en el Festival Internacional de Música de Santander, a la Orquesta Nacional de RTVE, que interpretará la Suite montañesa, del compositor santanderino Arturo Dúo Vital; Rapsodia sobre temas de Paganini, de Rachmaninoff, y Sinfonía en re, de César Franck. En unas declaraciones a Efe, el señor Gómez Martínez ha hecho un análisis crítico de la situación de la música en España.Miguel A. Gómez Martinez, que nació en Granada hace treinta años, ha desarrollado su trayectoria profesional en el extranjero, en donde vive desde los diecisiete años, edad a la que tuvo que abandonar España para estudiar dirección de orquesta, cátedra que entonces no existía en nuestro país.

«Existen muy pocas posibilidades en España», ha manifestado a Efe, «para que un artista viva aquí, y por eso es por lo que la mayoría está fuera. Entre otras cosas, España es un país que sólo tiene tres orquestas sinfónicas decentes y un teatro de la ópera, el de Barcelona, que funciona unos pocos meses al año».

«El presupuesto que en España se dedica a la música», añadió, «es ínfimo. Ahora, la explicación de no hay dinero, es muy relativa, porque si se tienen miles de millones para el Mundial de fútbol, también podría haberlos para la música».

La actual situación de abandono de la música en nuestro país es, no obstante, en opinión de Miguel A. Gómez Martínez, una herencia que se arrastra desde hace siglos, desde la salida de los árabes. «Los reyes», dice, «se han interesado más por otras artes, como la pintura, el teatro; en los siglos XVII, "XVIII y XIX, los siglos de la historia de la música alemana y austriaca, en España, salvo excenciones, no existe la música».

«La música», explica, «hoy, no es un negocio en ningún país. Sin embargo, en otros países, quizá no tanto en España, los hombres, cuando la conocen, no pueden pasar sin ella. Viena, con cuatro orquestas estables, tiene, además de las salas privadas, un teatro de la ópera y otro de operetas, que se llenan todos los días durante diez meses al año, al igual que las dos salas de conciertos de orquesta y las dos de recitales. Y, sin embargo, la Opera de Viena tiene un déficit diario de cinco millones de pesetas».

La política musical que se sigue en estos países tampoco se puede comparar con la española. La programación se realiza con años de antelación, y la Opera de Viena, por ejemplo, dispone de 520 entradas sin asiento que se venden una hora antes al precio de un billete de metro; se revisa, además, la adjudicación de abonos si los titulares no hacen uso de ellos regularmente.

Gran parte del público que llena la Opera de Viena o asiste a los conciertos de la Filarmónica es, además, joven. «Con Beethoven», recuerda Miguel A. Gómez, «la música adquiere una gran profundidad y se convierte en un arte con el que se intenta transmitir estados de ánimo, emociones».

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