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Las minas de uranio de Osona, riesgo de contaminación radiactiva para Barcelona

La investigación de la citada comarca fue acordada en el Consejo de Ministros del 18 de mayo de 1979 y concedida al consorcio antes mencionado. En el consorcio participa la empresa norteamericana. Chevron Exploration Co., una de las más importantes en el mundo en cuanto á investigación y explotación de minas de uranio. Su participación es del 40%. El otro organismo consorciado es la Promotora de Recursos Naturales, del grupo del Banco de Bilbao, que posee el 20% de participación. El 40% restante está en manos del Estado.

Osona no figura oficialmente

A pesar de que en un informe, remitido por el Ministerio de Industria al presidente de la Diputación de Gerona, conseguido por este diario con fecha 9 de agosto de 1979, afirma que «no existen en Cataluña conocimientos sobre ningún yacimiento de uranio susceptible de explotación» y que en el plan energético, aprobado recientemente en el Parlamento, no se cita a Osona como «zona prioritaria para invegtigar», el hecho es que las investigaciones en dicha zona ya se están llevando a cabo, con escasa información oficial, debido al fuerte rechazo popular que originan.Según un informe realizado por seis científicos para el Instituto de Estudios Catalanes, la principal institución de alta cultura de Cataluña, «la Chevron tendrá que invertir 625 dólares (unas 43.000 pesetas) por kilómetro cuadrado durante el primer año, asumiendo los 1.040 dólares (unas 72.800 pesetas), también por kilómetro cuadrado, al llegar al último año. Ello significa que los trabajos de investigación costarán unos once millones de dólares (770 millones de pesetas) según datos facilitados en su día por el Ministerio de Industria. Lo que hace suponer que existen esperanzas de éxito. Por otra parte, la Generalidad de Cataluña no es competente en este terreno, por ser lo relacionado con el uranio «tema estratégico».

El ministerio reconoce la peligrosidad

El propio Ministerio de Industria, en su informe, dirigido al presidente de la Diputación de Gerona, reconoce que tanto en la fase de explotación como en la de transporte de dicho mineral habrá «consecuencias de tipo radiológico». Pero también reconoce en el mismo informe que «al hacer el análisis de estas consecuencias hay que empezar por afirmar que en todo el proceso de beneficio minero se están manejando elementos radiactivos, tal como se presentan en la naturaleza. Asimismo, la liberación de radon es un proceso natural que está teniendo lugar continuamente».Por su parte, el Instituto de Estudios Catalanes se sitúa totalmente en contra de esta afirmación, ya que al comenzar a remover la tierra la radiactividad puede llegar a cotas muy altas. «La contaminación puede ser muy importante», afirma, «ya que, aparte de la degradación y esterilización de los terrenos, hay dos tipos de contaminación ligadas a la explotación de minas de uranio: la polución de origen químico y la radiactiva, que es la más peligrosa, ya que ni se ve ni se huele».

«La contaminación quimica», según un informe del comité antinuclear del Vall de Ges, «se produce del tratamiento con ácido sulfúrico del mineral en la misma boca de la mina. El uso de grandes. cantidades de ácido sulfúrico convierte la tierra en un medio ácido que. imposibilita toda la vida vegetal una vez agotado el yacimieto, al mismo tiempo que la filtración del ácido en el subsuelo puede llegar a las capas de aguas subterráneas, contaminando así todo el ciclo alimenticio».

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Pero, sin lugar a dudas, la consecuencia más grave es la radiactividad. Un estudio realizado por el sociólogo Mario Gavíria afirma rotundamente que «la peligrosidad de las minas de uranio ha sido silenciada en España», sexta reserva del mundo occidental, después de Estados Unidos, Suráfrica, Australia, Canadá y Francia. «La radiactividad es como el agua: incolora, inodora e insípida», dice el informe, «por eso los mineros ni la ven ni la huelen, pero la respiran y la reciben. Como sus efectos no se producen inmediatamente (un cáncer de pulmón puede tardar quince años en manifestarse), los mineros son víctimas inconscientes y desinformadas».

Radiactividad al remover la tierra

«Al extraer el mineral al descubierto comienza a aparecer la radiactividad que estaba en su estado natural detenida por las diferentes capas de la tierra. Y ese aumento proviene esencialmente de la producción de polvo al ser removidas las tierras por las máquinas y de gases radiactivos», según Juan Muñoz, catedrático de Física de la Universidad Autónoma de Bellaterra. «Dichos gases contienen esencialmente radon», añade el profesor Muñoz, «que se expulsa a la atmósfera y afecta no sólo a la naturaleza, sino también a los pueblos vecinos. Además, la contaminación de las aguas afectadas por residuos de minas de uranio o estaciones de primeros tratamientos puede ser muy importante, ya que el radon es muy soluble».En el caso de que las minas sean a cielo abierto, como las de Osona, aún es más peligroso, ya que el radón se escapa directamente a la atmósfera sin pasar previamente por los ventiladores, como ocurre cuando ¡as minas son cerradas.

Para el Instituto de Estudios Catalanes, una tierra como la de la comarca de Osona, con 83 habitantes por kilómetro cuadrado y con una gran densidad de núcleos de población dispersos, «una alteración profunda de estas tierras conducirla a gravisimos perjuicios para una población numéricamente importante y a fuertes pérdidas económicas. Conduciría también a la extinción de muchos elementos de paisaje característicos y de un número importante de especies vegetales y animales; o sea a un empobrecimiento considerable del patrimonio natural de nuestra tierra, tanto en el aspecto económico como científico y estético».

Asimismo, el instituto insiste en que la «degradación de las comarcas, además de producir la pérdida de riquezas agrícolas y forestales, afectarla muy desfavorablemente el potencial turístico de Cataluña y especialmente la zona norte este del país, en la cual la marina y las tierras forestales húmedas del interior constituyen un conjunto indivisible».

«Pero no sólo con ésta explotación se vería afectada la comarca de Osona», afirmaba a este diario uno de los seis científicos, «sino que la misma ciudad de Barcelona también podría estarlo a través de la filtración de aguas subterráneas de la zona que van a parar al pantano de Sau, el cual abastece la ciudad de Barcelona».

Por otra parte, tampoco serían los mineros los únicos que estarían expuestos a la radiación. Hay que tener en cuenta que una vez extraido el uranio de la mina hay que transportarlo, «y el mineral continúa emitiendo radón y polvo, sobre todo durante la carga y descarga», precisó Juan Muñoz.

Reacción popular

A mediados de 1978, según el New York Times, un miembro del comité del Senado sobre asuntos indios en México informaba que más de cien recién nacidos en la reserva de Laguna Pueblo, junto a Nuevo México, sufrían diversas formas de defectos congénitos. En esta zona existe la mayor y más antigua mina de uranio a cielo abierto, perteneciente a la Anaconda Mining Company.Ante el temor a las consecuencias nocivas que puede producir la explotación de estas minas, la reacción popular en Osona no se ha hecho esperar. El primer paso fue crear el «comité antiuranio» que desde enero de 1979 funciona dedicándose esencialmente a informar a la población por medio de charlas, conferencias, así como a través de la revista mensual La Tomaquera. Se han llevado a cabo manifestaciones y pintadas en las principales poblaciones. Cada vez que los técnicos de la Chevron se han presentado en la zona con la intención de investigar han sido acorralados por la población que se apoderó de todo el material que llevaban: muestras de., uranio, informes, mapas. Asimismo, todos los alcaldes de la zona han optado por el rechazo total de la explotación y comunicado al ministro del Interior que, de proseguir los trabajos, no se responsabilizaban del posible deterioro del orden público.

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