Carta a Luis Politi
Querido Luis: me gustaría saber escribir bien para redactar esta carta. Lo único que se me ocurre es que te quería mucho, te quiero y te querré mucho. Hace aproximadamente un año me llamaron para hacer una película, Tierra de rastrojos. No pude acudir a la primera reunión; estaba fuera de Madrid. Fui directamente al lugar del rodaje: Fuentes de Andalucía; y bueno, pues las cosas del cine, te conocí en el rodaje. Yo ya te admiraba mucho, ya te había visto en algunas películas, como Raulito, Escopeta nacional, etcétera. Tú tenías fama de ser un gran actor y yo tenía ganas de trabajar contigo.Llegué al rodaje, que era en mitad de un campo de trigo. Nadie nos presentó. Tú y yo hacíamos un matrimonio con varios hijos; uno de ellos, Joaquín Hinojosa. Yo llegué a la filmación ya vestida para el personaje, una campesina andaluza de los años treinta. Tú también estabas vestido de tu personaje. Nos miramos. Tú sonreíste antes que yo, y nos fuimos a hablar y fue como si nos conociéramos de toda la vida. Luego nos presentaron.
Trabajamos deprisa, con mucho calor, segando. No tuvimos tiempo de tratarnos en aquel momento, pero sí me di cuenta de lo cierto que era lo que la gente decía: eras un gran actor.
Ibamos juntos a comer, a tomar café en aquella placita tan bonita... La película continuaba, pero nosotros volvimos juntós a Madrid con Walter Vidarte. Al llegar aquí, nos dijimos lo de siempre: tenemos que vemos. Iré a comer a tu casa. No, mejor ven a la mía. Pero luego, nada. Ni tú me llamaste ni yo te llamé. Nuestra profesión es así: o estamos siempre juntos o no nos vemos en un año. Pero me dejaste muy impresionada, no sólo como actor, sino como ser humano, inteligente y tierno.
En el mes de febrero de este año me llamó Nuria Espert para hacer Motín de brujas, de Benet i Jornet. El reparto me pareció sensacional. En ese reparto estabas tú.
Empezamos a ensayar. Josefina Molina nos pedía que improvisáramos. Yo nunca lo había hecho; me daba vergüenza. A pesar de mis años de experiencia. Entonces, tú me ayudabas tanto con tus palabras, con tus miradas. Creo que hicimos un buen trabajo.
Estrenamos la obra y fue un gran éxito de crítica y público. Fue un éxito para nosotras y para ti. Yo, hacía un Personaje que no había interpretado nunca y tenía dificultades. Tú siempre me dabas ideas brillantes sin decírmelo directamente; pero yo sabía que tus comentarios eran para mí.
Trabajar contigo fue maravilloso, todos los que hicimos juntos la obra te queremos tanto: Berta, Julieta, Marisa, Enriqueta, Carmen, Josefina, que nos dirigió; Pepe, que ayudó en la dirección; Francis, que puso la luz; Palmero, en el espacio escénico...
Me gustaría decirte algo, pero no quisiera que fuera mal entendido. Yo te admiraba y te quería, pero que no era... Bueno, ¿por qué no? Era amor. También era amor. Amor al compañero y al amigo que fuiste para mí. Y siempre te encontraba triste, o melancólico, o mejor; quizá era la enfermedad que te ha llevado tan lejos de nosotros.
Nunca venías a comer, a tomar algo, te excusabas y te marchabas con tu gesto melancólico. Creíamos que no querías estar con nosotras, figúrate. A veces, cuando salíamos del teatro me acompañabas hasta Boccaccio, me dejabas en la puerta y siempre decías: « María, un día tengo que entrar aquí contigo». Yo te decía: «Entra». Y tú te marchabas en un taxi con tu gesto de melancolía, de hijos lejanos, de exilio.
Hoy he hecho ese recorrido sola. Pero sé que algún día, en otro lugar, haremos otra función juntos. Yo sé que no tardaremos mucho. Hasta pronto, Luis.
Babelia
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