Peticiones de dimisión del Consejo de Rectores en el homenaje a los profesores vetados
Más de doscientas personas asistieron el pasado jueves a la cena de homenaje que se ofreció en el restaurante El Bosque, de Madrid, a los cinco profesores a quienes el Consejo de Rectores negó recientemente su preceptivo plácet para que pudieran ser nombrados catedráticos de universidad. Sólo dos ellos, Manuel Castells y José Vidal Beneyto, pudieron estar presentes en el acto, que había sido convocado por un numeroso grupo de catedráticos universitarios.
Los profesores Carlos Castilla del Pino y Miguel Sánchez Mazas explicaron, por medio de sendas cartas, las razones de su ausencia. Ambos se encontraban fuera de España el jueves. Manuel Sacristán, el quinto de los profesores homenajeados, remitió un telegrama en el que pedía disculpas por su ausencia y expresaba su agradecimiento por la «inmerecida muestra de solidaridad colegial». Las verdaderas razones de su ausencia fueron resumidas aún más lacónicamente por un profesor amigo suyo, instantes antes de comenzar el acto: «Es lógico. Está muy quemado y hasta el mismísimo gorro ».Presidieron el acto, junto a los dos profesores homenajeados, Raúl Morodo, rector de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo; los decanos Angel Viñas, Carlos Paris, José Ignacio, Fernández Alonso y Eduardo Bueno; el diputado centrista Fernando Alvarez de Miranda, y los profesores Martínez Montávez y Leandro Cañibano, rector y vicerrector, respectivamente, de la Autónoma de Madrid.
Entre los asistentes al acto se encontraban el ministro de Economía, José Luis Leal; la directora general de la Juventud, Carmela García Moreno, que es también presidenta de la Comisión de Universidades del Congreso; Crisanto Plaza, director general de Política Económica; los diputados socialistas Pablo Castellanos y Miguel Boyer, y el comunista Ramón Tamames, uno de los veintisiete catedráticos convocantes.
Eduardo Bueno, decano de la facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid, dio lectura a los numerosos telegramas de solidaridad enviados al comité organizador del homenaje. Entre ellos, los de Alberto Losada, rector de la Universidad de Córdoba; Laín Entralgo, José Luis Aranguren, Javier Solana, Enrique Múgica, Aurora de Albornoz, Angel Benito, Antonio Bonet, Juan Luis Cebrián y Antonio Sala.
La lectura de todos estos nombres y de los organismos y entidades que enviaron su solidaridad fue saludada por el público asistente con fuertes aplausos, que se convirtieron en un momento dado en gritos acompasados de «Que dimitan, que dimitan». Con estas voces, los asistentes se hacían eco de una petición dirigida al consejo de rectores y contenida en un telegrama remitido por el sindicato de enseñanza de CC OO de Asturias y un grupo de profesores no numerarios de la Universidad de Oviedo: «Que reconsideren su postura. Que reconsideren o dimitan ».
Con especial fervor fueron aplaudidas las cartas de los homenajeados ausentes. Carlos Castilla se refirió en la suya a la universidad de los años de la dictadura, en la que, «a pesar de todo, tuvo cabida alguna suerte de pensamiento crítico, incómodo para el poder».
Niños malos
La carta de Miguel Sánchez Mazas se reproduce en otro lugar de esta misma página. Fue leída por su destinatario, Carlos Paris, que ofreció el homenaje con evidente sentido del humor: «Otra vez reunidos», dijo, «cenando, protestando y esperando lo que evidentemente es mucho mejor que protestar y esperar sin cenar». Ironizó también sobre la condición de «niños malos» de los reunidos para cenar, lo cual supone también un ligero progreso, puesto que antes a los niños malos se les castigaba sin cenar. Hizo después un breve panegírico de cada uno de los profesores homenajeados, «a los que evidentemente no se les puede castigar por "niños malos" ».Manuel Castells, interrumpido con aplausos en varios momentos de su discurso, dio las gracias a los organizadores y asistentes al acto, que «habría que enmarcar», dijo, «con una cierta mirada hacia atrás con ira, pero sin rencor», y señaló que lo importante era «no caer en la trampa de sentirnos obligados a hacer la propuesta de una universidad de izquierdas frente a una universidad de derechas».
Por su parte, José Vidal Beneyto puso especial énfasis en hacer extensivo el homenaje a todas las personalidades, no sólo de la izquierda, que protagonizaron la solidaridad de la universidad en los difíciles años sesenta y en la primera mitad de los setenta.
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