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Fernando Arias- Salgado rinde cuentas al Parlamento de su gestión al frente de RTVE

Fernando Arias-Salgado, director general de RTVE, compareció ayer ante la comisión parlamentaria de control que preside Antonio de Senillosa, en una sesión que proseguirá hoy. Socialistas y comunistas protestaron de que el director general gozase del privilegio de una intervención previa y manifestaron su sorpresa y admiración por el aparatoso despliegue de unidades móviles y cámaras. Por primera vez en la historia del Parlamento y de la televisión del Estado, las cámaras grabaron íntegramente el desarrollo de una comisión.

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La primera media hora de la sesión se consumió en turnos de intervenciones por cuestiones de orden, Socialistas y comunistas protestaron de que el director general de RTVE abriese la sesión con una intervención. La comunista Pilar Brabo apeló al artículo 34.2 del reglamento y manifestó que los comparecientes informan ante la comisión sólo sobre los extremos que se les consulta. Los socialistas Pedro Boffil y Alfonso Guerra manifestaron sorpresa y admiración sobre la aparatosa presencia de cámaras y focos de televisión. «Nos encontramos un poco extraños en este salón. No sabemos», dijo el señor Bofill, «cuál es el objetivo de este exceso de presencia de RTVE, sobre todo cuando en esta cámara se tratan temas de más envergadura, como ayer mismo la ley de Empleo, o la intervención del ministro del Interior». Pedro Bofill preguntó sobre el uso que se iba a dar a la grabación y recordó que, RTVE acostumbra a utilizar programas como Revista de prensa o Primera página «para cantar las propias excelencias de RTVE».Antonio de Senillosa, presidente de la comisión de control, hizo suya la sorpresa por el despliegue de medios televisivos y señaló que el director general estaba díspuesto a someterse al criterio de los diputados sobre el uso de la grabación: transmisión íntegra o abreviada: de la sesión. El comunista Solé Turá insistió en el artículo 34.2 del reglamento, repitió que no comprendía se concediese una intervención previa al director general, a menos que «este funcionario» tenga «una ciencia infusa extraordinaria, que le permita prever lo que se le consultará».

La sesión se suspendió durante diez minutos y se reanudó con la lectura por parte de Fernando Arias-Salgado de un discurso de veinte folios. En la sala había dos telecámaras ligeras japonesas de la marca 79 A Ikegami, adquiridas hace quince días, similares a las que utilizan los norteamericanos para la cobertura del viaje del presidente Carter, según informó a EL PAIS Juan Jesús Buhigas, director adjunto de RTVE para la gerencia y producción de los servicios informativos. Fuera del recinto, una unidad móvil de grabación, y en una sala contigua, un pequeño estudio de control al frente de José Marín, realizador de programas especiales y oficiales, con los pasillos «cableados» bajo las alfombras durante la tarde anterior. Es la primera vez en la historia del Parlamento que se despliegan estos medios para cubrir la información de una comisión. La cámara dos, sobre trípode, permaneció siempre en el centro del pasillo mirando frontalmente al señor Arias-Salgado y la Mesa, mientras que la cámara uno permaneció en el ángulo izquierdo de la presidencia, recogiendo, se supone, perfiles y escorzos principalmente de los presentes. Una tercera cámara de cine filmó imágenes mudas, como es costumbre en las comisiones y, al cabo de unos minutos se fue.

Informe de Arias-Salgado

«El 19 de noviembre de 1977, al ser nombrado director general de RTVE, el presidente del Gobierno me encargaba», comenzó el señor Arias-Salgado, «tres grandes objetivos a conseguir en el plazo previsible de la legislatura que se había abierto el 15 de junio. Estos tres grandes objetivos eran: primero, la ordenación de la gestión económico-administrativa y de personal, reduciendo el gasto público, aumentando los recursos y estabilizando la plantilla. Segundo, la elaboración de un proyecto de ley que dotará a RTVE de un estatuto y creara un modelo de televisión pública similar al existente en las democracias de la Europa occidental. Y tercero, la elaboración de un plan de inversiones para renovar la infraestructura técnica de la red y los medios técnicos de producción. Este objetivo se completó con la meta de una radio y una televisión regionales, precisas en el nuevo Estado de las autonomías». El director general dijo que, tres años después, ésta era su «primera rendición de cuentas públicas» y articuló todo el discurso en la demostración de haber cumplido la tripleta de objetivos. El señor Arias-Salgado prosiguió la lectura y se propuso contestar «a una pregunta muy concreta: ¿qué pasa en RTVE?».

«En RTVE», dijo, «ocurre que estamos al final de un complejo proceso de cambio; de un proceso que yo, deliberadamente, he calificado en alguna ocasión como constituyente; de un proceso que trata de convertir una radio y una televisión que fueron hechas a la medida de un régimen autoritario en unos medios de comunicación democráticos en un sistema democrático». El director general amencionó que las críticas «deliberadas», «falsas» y «malintencionadas» pretendían, a su juicio, la «descalificación global del medio », para llegar a la conclusión de que «el proceso de reforma del organismo se ha convertido en un proceso de descomposición ». Expuso a continuación que sus treinta meses en el cargo han significado una continua voluntad de perfeccionamiento, y relaió las etapas legales y las medidas de «transparencia» y «reducción del gasto público general», en términos análogos a la réplica al informe de la auditoría de Hacienda, documentos ya publicados en EL PAIS.

Arias-Salgado reiteró algunas reservas a la auditoría, que calificó otra vez como «fotografia éstática que desconocía el proceso de evolución del medio», para añadir que también fue «un instrumento de suma utilidad como apoyo a la tarea de reforma». Comenzó a enumerar los «defectos» ya subsanados y cómo liquidó «las imperfecciones del pasado para dejarlo limpio ante una etapa nueva y apasionante».

Mientras el director general informaba de que ya se hablan liquidado a la Seguridad Social deudas por importe de 5.440 millones de pesetas, y que el Tesoro adeuda a RTVE 4.962 millones de pesetas, Antonio de Senillosa interrumpió la lectura para recordarle que esas informaciones relacionadas con la auditoría no eran pertinentes, puesto que existía otra comisión, la de investigación, competente en el tema. Fernando Arias-Salgado prosiguió: «Podría decir, sin ningún ánimo de triunfalismo fácil, que RTVE está siendo el pri mer organismo público de este vo lumen de personal y económico en estar al día en sus liquidaciones». Anadió que «es preciso desmontar urgentemente la teoría del despilfarro», sobre todo porque el último ejercicio económico arroja «un beneficio contable próximo a los 4.000 millones de pesetas».

"Injuria, calumnia y difamación"

«Discúlpenme ahora, señorías, una pequeña disgresión», dijo, próximo ya al final de su disertación. «Sólo pretendo resaltar con cuánto desaliento y decepción se tienen que recibir entre los profesionales que trabajan en la radio y la televisión del Estado genéricas acusaciones y descalificaciones globales de todo tipo, planteadas desde la negativa sistemática a admitir contra toda evidencia los avances que se consiguen día a día en la ordenación de la gestión económico-administrativa. Pienso que cuando se ha llegado a afirmar públicamente que ahora no hay cuentas en Televisión, o cuando se hacen públicamente presunciones generalizadas de actividades delictivas, es posible que el derecho a la crítica haya desembocado en el recurso a la injuria, a la calumnia y a la difamación».

El diputado socialista Luis Solana, en el nuevo descanso, después de los aproximadamente veinte minutos de intervención de Arias-Salgado, comentó a los periodistas: «Este discurso tiene toda la técnica y el estilo fuera de moda, como los que hacía Suárez en 1977». Y el comunista Solé Tura añadió: «Una tomadura de pelo».

La sesión se reanudó con un turno de intervenciones por cuestión de orden, que el socialista Alfonso Guerra, en primer lugar, convirtió hábilmente en réplica, pese a la advertencia del presidente Senillosa. «En principio, no voy a ser específicamente duro con el señor Arias-Salgado», dijo Alfonso Guerra, «porque no me gustaría hacer leña del árbol caído. Lo mismo que él ha manifestado que hace tres años fue nombrado por el señor Suárez, ya hoy es de opinión pública que él deja caer ese nombramiento. Esperar tres años para hacer una rendición de cuenta pública me parece que es esperar demasiado. Por otra parte, se ha centrado la exposición en algo que se podría resumir en una especie de vivan las caenas, qué bien está Televisión, todo marcha perfectamente».

«Tengo que decir», añadió Guerra, «que esa reducción del gasto, sobre todo en lo que se refiere a personal, es absolutamente falso, en cuanto que, por ejemplo, en informativos de Televisión Española, antes de que ocupase el cargo de director general, había un subdirector y tres responsables de servicios. En estos momentos hay seis subdirectores y díez responsables de servicios en los informativos».

Alfonso Guerra señaló que las teorías expuestas por el director general no eran nuevas: «La teoría del período constituyente cae por su propio peso. Si el señor Arias tornó una televisión en esa situación que él ha descrito, la verdad es que ahora, al abandonarla, deja Televisión en peor situación que cuando la recibió. Hay una estructura caótica, una proliferación de mandos, desprofesionalización, conflictividad laboral, deterioro de instalaciones, pérdida de credibilidad, censura. Se habló de la transparencia de la información, etcétera, y yo todavía estoy esperando un derecho de réplica que presenté hace muchísimo tiempo y que Televisión Española no me ha concedido. Por el contrario, en la revista Tele-Radio se permiten, en el editorial, hacer acusaciones contra intervenciones del diputado que les habla en el Parlamento, firmado por el director, Miguel Angel Gozalo, y hay, además, un artículo dedicado exclusivamente a un desmentido de Televisión Española a Alfonso Guerra. Es decir, utilizan ellos el derecho de réplica contra el Parlamento, y no conceden el derecho de réplica del Parlamento en Televisión. Es decir, que el señor Arias, con todos los respetos que merece una persona que tenga la voluntad de transformar Televisión, no es el director general de la transición, sino que es el último director del franquismo».

Alfonso Guerra recordó, a propósito de la «mala herencia» recibida, que entre sus antecesores están los señores Rosón, Sancho Rof y Suárez. «Nuestro grupo no es partidario», dijo, «de que la entrada en vigor del Estatuto para RTVE sea el cierre definitivo de un pasado discutido. Si en el pasado hay delitos, esos delitos tienen que ser, naturalmente, sancionados

La diputada comunista Pilar Brabo, en su turno para cuestiones de orden, dijo: «Hemos asistido a una sesión insólita y queremos que no se siente el precedente de que un funcionario venga a dar explicaciones sobre hechos y datos que no han sido formulados por esta comisión. Si hubiéramos podido formular inicialmente las preguntas, su intervención habría sido más realista y habríamos conseguido, probablemente, que el director general de RTVE hablase de España, porque no sabíamos a qué país se estaba refiriendo». La señora Brabo calificó de inadmisibles las alusiones a calumnias e injurias por parte del Parlamento y dijo que le parecía igualmente insólito que acudiese con una serie de documentos «bajo del brazo» que no se le piden y que, por el contrario, no se han entregado los solicitados el pasado mes de febrero.

El centrista José Miguel Bravo de Laguna se mostró estupefacto ante las afirmaciones de socialistas y comunistas, y calificó la entrega de sus documentos y la sesión como muy útiles.

A preguntas del andalucista Aguilar Moreno, el señor Arias-Salgado contestó que no tiene inconveniente en presentar informes mensuales sobre los contenidos de los informativos de RTVE, que Sevilla tendrá un centro de producción de programas y habrá dos unidades informativas en Málaga y Granada, con una cobertura total de las dos cadenas para 1982. Respecto a los criterios de cada programa sobre intervenciones de parlamentarios, contestó que eran competencia de los directores de programas, y a la pregunta de si el superávit de 4..000 millones de pesetas incluía las subvenciones, el director general de RTVE dijo que se da por supuesto que las subvenciones se consideran ingresos, tal como ocurre en la memoria de la sociedad PRISA, editora de EL PAIS, de la que precisó ser accionista.

Carlos Solchaga, por Socialistas Vascos, dijo que los beneficios de RTVE eran ficticios. Tras una minuciosa exposición argumentó que las pérdidas de RTVE son superiores a 4.000 millones de pesetas, y que la partida de amortización es cero.

Josep López de Lerma, por Minoría Catalana, consumió el último turno, y el director general contestó que se ampliará la programación de RTVE en lengua catalana, la cobertura de las emisiones y que para 1981 se producirán en Cataluña unas 1.200 horas anuales de programas de televisión.

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