Acerca de "Galgomar"
La detención del Galgomar en aguas de la República Arabe Saharahui Democrática (RASD) ha puesto en evidencia, una vez más, la contradictoria y ambigua política de nuestro Gobierno sobre el Sahara.Negado desde siempre a encarar, denunciándolo, el acuerdo tripartito de Madrid, el tandem Suarez-Oreja se empeña, desde agosto de 1976, en reconocer a Marruecos capacidad para negociar la pesca al sur del paralelo 27 grados 40 minutos latitud Norte. La asociación que presido se dirigió ya entonces (6 de septiembre de 1976) al señor Oreja, tratando de evitar el que entonces era sólo un posible acuerdo de delimitación de espacios marítimos adyacentes al Sahara occidental, y que constituyen la prolongación natural de este territorio. El 17 de septiembre de ese mismo año, Coordinación Democrática, compuesta por la práctica totalidad de las organizaciones democráticas españolas, y de la que formaban parte dos ministros del actual Gabinete previno al Gobierno del problema y apoyó expresamente el escrito de Amigos del Sahara.
Pero en 1976 el Gobierno, que no tenía el refrendo de las urnas, alegaba un cierto pragmatismo en favor de los pescadores, aunque fuera en contradicción flagrante con el Derecho -Internacional. No confiaba a corto plazo para nada en la creación y desarrollo de una Marina de guerra saharaui, encargada de la protección de las riquezas de sus 3.500 kilómetros de costa. Curiosamente, en todos los contactos oficiosos de aquellas fechas, los máximos responsables de la política africana estaban seguros de una próxima derrota de Mauritania.
El drama era auténtico: a la vez que pactaban, por ejemplo, la pesca en Tiris el Garbia con Uld Dadá, sabían que ese régimen no tenía porvenir. Ahora pasa lo mismo con Marruecos: todo el mundo está convencido de que Hassan II ha perdido la batalla diplomática internacional, está diezmado por la guerra, y los saharauis, que benévolamente sólo han apresado a un barco español, pueden hacer muchas más capturas en las próximas semanas con todos los fundamentos jurídicos. ¿Por qué, pues, esa obstinación? ¿Por qué jugar a perdedor?, ¿por qué no pasarse alado de la defensa de los derechos inalienables del pueblo en la ex colonia española?, ¿por qué tantas contradicciones? Con el Galgomar, la situación se agrava cada día que pasa. En lugar de reconocer el error y solicitar de la RASD la liberación de los pescadores, resulta que todo son aspavientos, intensificación del diálogo con Marruecos y pomposas frases de que «España no admite presiones».
Mientras, el ciudadano medio se queda perplejo constatando que sí se admiten presiones de Marruecos con otros barcos, aunque en este caso la razón asista por completo a la parte española.
España tiene un contencioso pendiente con la RASD, cuyas dos manifestaciones más crudas son la violación del espacio marítimo saharaui y el abstencionismo español en los organismos internacionales. Es, pues, el momento del diálogo. No vale escudarse en la postura de los países de Europa, pues el nuestro, como antigua potencia colonial y como Estado fronterizo, está mucho más comprometido que ningún otro, y además varios Gobiernos europeos llevan una política en este tema más dinámica, siendo de constatar en los documentos de Naciones Unidas la ayuda que prestan, en muchos casos, a los refugiados saharauis. La Asociación de Amigos del Sahara desea fervientemente la vuelta a los hogares de los pescadores, víctimas inocentes, y así lo ha hecho constar.
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