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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa cambia de signo Oriente Próximo

LA REUNIÓN de Venecia de la CEE ha supuesto un primer esbozo de política exterior común y amplia, para lo que ha buscado un lenguaje mesurado y muy diplomático. Los países europeos -los nueve de la Comunidad- consideran como uno de sus intereses vitales la cuestión de Oriente Próximo y su relación con los países islámicos; toda su economía está girando en torno a ese tema -por el petróleo, por las inversiones crecientes de los árabes en el continente europeo, por la venta a esos países de sus productos industriales- y consideran que la forma en que Estados Unidos dirige la cuestión desdeña o perjudica sus propios intereses. Tienen de momento el pretexto de atribuirlo a la política electoralista de Carter, lo que les evita un encuentro verbal directo con Estados Unidos; pero la acción americana tiene mucho más fondo y más consistencia que la simplemente electoralista.La moción europea es prudente, evita cualquier mención a los acuerdos de Camp David y propone una negociación global, no limitada, como hasta ahora, a Egipto e Israel. La innovación más audaz es la mención expresa a la OLP como interlocutor en la negociación y la insistencia en que los palestinos tienen derecho pleno a la autodeterminación, pero no llega a citar la expresión «Estado palestino», que Estados Unidos rehúyen -por lo menos, hasta que la OLP reconozca el derecho a la existencia de Israel- Advierte la CEE también que Israel debe obtener en esas negociaciones que sugiere la garantía plena de su seguridad y subsistencia; pero le niega su derecho a continuar ocupando los territorios ocupados y a ampliar sus asentamientos en Cisjordania, lo cual, por otra parte, no va mucho más allá de las resoluciones emitidas ya por las Naciones Unidas, en cuyo Consejo de Seguridad va a tener una repercusión interesante la apertura europea. El Consejo se reúne esta semana, probablemente, para estudiar la queja árabe sobre la cuestión de Jerusalén, y sólo el veto de Estados Unidos, si lo utilizara, podría evitar una condena a Israel. Todos estos hechos van a repercutir además seriamente en la política interior del Estado judío, desgarrada en estos momentos entre por lo menos tres puntos: el de los ultras, que se niegan a cualquier clase de concesión; el de los negociadores, que consideran que la verdadera amenaza a la existencia de Israel es bloquear las negociaciones y mantener el espíritu anexionista, y el del cada vez más debilitado Gobierno de Beguin, que realiza toda clase de equilibrios para conseguir una «política de lo posible», lo que le está llevando al inmovilismo y a la contradicción en no pocas de sus actitudes.

Con todo ello, la declaración europea no ha satisfecho a los palestinos pese a que inicialmente parecieron apreciar el acercamiento de Europa, y ha disgustado profundamente a Beguin que se rompiese en pedazos su política, basada en el moderado cumplimiento de los acuerdos de Camp David.

Los nueve países europeos de Venecia han acentuado, en cualquier caso, su distanciamiento de la política general de Carter, si bien se muestran cautos en su alejamiento; esta reunión y este comunicado pueden ser el preludio de unas nuevas relaciones entre Europa y Estados Unidos, y no sólo en esta cuestión. La nueva reunión de Venecia de los países más industrializados del mundo, el día 22, a la que asistirá el presidente Carter, porque supondrá un diálogo directo en el que muchas de las posiciones que ahora son ambiguas o equívocas tendrán que comenzar a esclarecerse. El futuro de muchos temas pendientes en las relaciones internacionales puede depender, pues, en gran parte, de esa fecha.

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