Maestro en el arte del compromiso
Con Ohira ha desaparecido una de las grandes figuras de la política japonesa, no sólo porque desde hace dos años asumía las funciones de primer ministro, sino sobre todo por su carrera., Era uno de los hombres de la vieja guardia del campo conservador en el poder prácticamente desde 1946, que en la sombra o en el escenario han contribuido durante treinta años al relanzamiento de su país, llevándole desde una posición de derrota hasta el tercer puesto entre los grandes.Otochan, abuelo, era uno de los apodos con que se conocía a este hombre robusto, de cara ancha y ojos tan estrechos que daban siempre la impresión de estar semicerrados. De aire tranquilo, a veces casi ausente o soñoliento, Ohira no era menos célebre por sus estentóreas carcajadas.
De orígenes campesinos -nacido en 1910, en una modesta familia de la isla de Seto-, había conservado la lentitud y la prudencia de aquellos cuya vida está pautada por los elementos de la naturaleza. No era un orador y parecía dudar entre cada frase. Esta falta de elocuencia, sin embargo, confería mayor sinceridad a sus discursos.
Sus orígenes modestos fueron probablemente la causa de su intensa actividad en el Ministerio de Finanzas, para poner a punto un sistema de bolsas estudiantiles. Ohira, contrariamente a la mayoría de los políticos de su generación, no había salido de la prestigiosa Universidad de Tokio, sino solamente de una escuela de Comercio.
Convertido al protestantismo, daba la imagen de un hombre corriente, aunque su vida, como la de la mayoría de los políticos japoneses, no estuviera exenta de asuntos más o menos escabrosos.
En la arena política, Ohira era apodado el Dongyu, el indolente buey de los arroceros, por la aparente lentitud de sus reacciones. El dirigente fallecido, sin embargo, era un maestro en el arte del compromiso. Paciente y perseverante, había sido elegido por vez primera diputado en 1952, aunque su entrada a fondo en la vida política se produjo en 1960, cuando fue nombrado jefe de la secretaría del primer ministro lkeda. Fue después ministro de Asuntos Exteriores y de Comercio.
El gran acontecimiento en el currículo político de Ohira fue su encuentro con Tanaka -ex primer ministro-, que se vio obligado a dimitir por su inculpación en el escándalo Lockheed. El campesino Ohira nunca renegó de su amistad con el impulsivo y venal Kakuei Tanaka: «He dicho siempre a Tanaka que tenía una tendencia excesiva a ocuparse de las pequeñas cosas», comentaría Ohira cuando los sobornos de la firma aeronáutica norteamericana Lockheed arrastraron a su amigo.
Ohira sobrevivió a la caída de su aliado y conservó la cartera de Finanzas en el Gobierno posterior. En 1978, y contra todo pronóstico, Ohira fue elegido primer ministro por los liberales demócratas, su partido, cuando la creencia general era que Takeo Fukuda, primer ministro saliente, permanecería en el poder.
Modesto o poco elocuente, ha hecho más por el papel de primer plano que su país desempeña en el mundo actual que la mayoría de sus predecesores. Su victoria en la conducción de la política japonesa en una época difícil interior y exteriormente le ha costado finalmente la vida.
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