El Congreso norteamericano inflige una severa derrota a Carter
El Congreso de Estados Unidos rechazó, por una mayoría espectacular, el veto del presidente Jimmy Carter, que intentó forzar la aprobación de un impuesto suplementario de diez centavos (unas siete pesetas) por galón de gasolina, con objeto de reducir el consumo energético en EE UU. Ambas Cámaras se habían pronunciado hace ya dos días contra el proyecto Carter, presentado a primeros de año en su programa de acción económica. La Cámara de Representantes sumó 335 votos en contra y 34 a favor; el Senado, 68 y diez.
«Es un voto lamentable», dijo el senador Robert Byrd, líder de la mayoría demócrata, tras destacar que se trataba de una segunda votación para eliminar el veto presidencial, lo que supone alejar definitivamente la propuesta, por lo menos en los términos inicialmente planteada.El voto supone un duro golpe para Carter, sobre todo por las proporciones del mismo. En la Cámara, por ejemplo, 193 demócratas se unieron a los 142 republicanos para decir «no» a la propuesta del presidente. Es la primera vez desde 1952, cuando se rechazó un proyecto de ley de emigración presentado por el presidente Harry Truman, que un Congreso con mayoría demócrata se opone por amplia mayoría a un programa presentado por la presidencia del mismo partido.
Los analistas intentan explicar la reacción del Congreso desde varios ángulos. Primero, por «sensibilidad» del electorado a todo lo que representa aumento de precio de la gasolina. También evocan la incidencia sobre la inflación de cualquier aumento de precios y aluden, en definitiva, por la intervención que se vislumbra detrás del voto de las grandes multinacionales del petróleo, que a través de sus grupos de presión (lobby) han estimulado la operación de rechazo del plan Carter. Sin lugar a dudas prefieren controlar directamente cuándo y cómo debe aumentar la gasolina, sin intervención de la Administración.
Desde el punto de vista político, Jimmy Carter necesitaba contar con la nueva ley para acudir el 23 y 24 de junio en Venecia (Italia) a la cumbre económica de las siete primeras potencias del bloque occidental (EE UU, Canadá, Japón, Alemania Federal, Francia, Gran Bretaña e Italia). Habría sido una prueba de «buena voluntad» por parte norteamericana de demostrar su deseo de reducir las importaciones de petróleo, limitando el consumo interno y, por consiguiente, las importaciones, como piden con insistencia los países productores de la OPEP.
El voto del Congreso será interpretado entre los «aliados» europeos como una muestra más de la «debilidad» de Carter, que coincide con la posibilidad de una victoria del equipo republicano que preside Ronald Reagan.
Reagan recibió ayer el firme apoyo del ex presidente Gerald Ford. El ex gobernador de California Reagan ha trasladado su cuartel general de Los Angeles a Washington, preparando el asalto final a la Casa Blanca.
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