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El jefe del Gobierno italiano puede estar envuelto en la fuga de un presunto terrorista

Juan Arias

Un nuevo escándalo político está a punto de estallar en vísperas de las elecciones administrativas italianas. Ayer, los periódicos publicaron con grandes titulares la posibilidad de que el jefe del Gobierno, Francesco Cossiga, y el ministro del Interior, Virginio Rognoni, pudieran estar complicados en la responsabilidad de haber permitido al hijo, presuntamente terrorista, de Carlo Donat-Cattin, vicesecretario de la Democracia Cristiana, escapar al extranjero y, por tanto, a la justicia.

Por el momento, lo único que parece cierto es que el juez instructor de Turín, Giancalo Caselli, ha enviado a la Cámara de Diputados una serie de documentos según los cuales algunas altas personalidades del Gobierno podrían incurrir en el delito de haber favorecido la fuga del hijo de Donat-Cattin.Según informa una buena parte de la Prensa, el juez de Turín citará concretamente al presidente del Gobierno y al ministro del Interior. Más tarde, la noticia fue corregida, porque, al parecer, el juez Caselli hablaba de posibles responsabilidades de la «Presidencia del Gobiemo» y del «Ministerio del Interior», sin nombrar a Cossiga y Rognoni.

La gravedad del tema la demuestra el hecho de que la comisión investigadora, que es la encargada de los procedimientos de acusación a miembros del Parlamento, se ha reunido inmediatamente, en absoluto secreto, para examinar los documentos llegados del juzgado de Turín.

Lógicamente no ha sido posible saber nada acerca del debate de la comisión. Lo que sí se sabe es que existe mucho malhumor en los ambientes políticos del Gobierno, donde se teme que este asunto pueda ser explotado con fines electorales. Todo hace prever que la comisión, donde los miembros del Gobierno tienen la mayoría en caso de llegar a una votación, zanjará negativamente la cuestión lo más rápidamente posible.

Pero hay quien no excluye la posibilidad de un voto secreto con resultados imprevisibles, precisamente porque en momentos de elecciones los representantes de los diferentes partidos están menos dispuestos a presentarse ante los electores como salvadores de la Democracia Cristiana.

Mientras tanto, en la polémica entre el secretario general del Partido Comunista, Enrico Berlinguer, y el escritor y diputado radical Leonardo Sciascia, sobre la posible interferencia de los servicios secretos checoslovacos en el asunto del asesinato de Aldo Moro, ha causado ayer gran impresión la declaración explícita del senador vitalicio Leo Valiani, el cual, por vez primera, admite la participación extranjera en el asunto Moro.

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