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La tensión aumenta en la cercada ciudad surcoreanna de Kwangju

La tensión ambiental creció de nuevo peligrosamente ayer en Kwangju, después de que 30.000 personas hayan amenazado con retomar de nuevo las armas si el Gobierno surcoreano no accede inmediatamente a sus peticiones.Kwangju, 250 kilómetros al sur de la capital, ha conocido durante los últimos cinco días sangrientos enfrentamientos entre la población y el Ejército, en los que han muerto más de cien personas. La ciudad permanece cercada por los blindados de los batallones encargados de aplicar la ley marcial.

En Seúl fue ahorcado ayer, cinco días después de que el Tribunal Supremo confirmara la última pena, el asesino del presidente Park Chung-hee y jefe de su servicio de espionaje, Kim Jae-kyu. Con él fueron ejecutados cuatro de sus cómplices. Aunque la noticia es recogida en primera página de todos los periódicos, la opinión pública está atenta casi de forma exclusiva a los acontecimientos de Kwarigju.

Las reivindicaciones que mantienen los comités populares de esta capital provincial de 800.000 habitantes, son el levantamiento de la ley marcial, la dimisión del nuevo hombre fuerte del país, el general Chun Doo-hwan, y la liberación inmediata del jefe de la oposición, Kim Dae-jung, arrestado hace una semana.

Según los informes procedentes de Kwangju, la situación va nuevamente camino de ser explosiva, debido a la impaciencia de ciudadanos y estudiantes. Hasta ahora, lo único conseguido por los sublevados para pedir el fin de la dictadura es una promesa militar en ,el sentido de que las tropas que cercan la ciudad no la tomarían al asalto y que los detenidos durante los disturbios serán excarcelados.

Parece que dos estudiantes y una enfermera fueron muertos ayer por disparos del Ejército en un control militar. Testigos presenciales aseguran que los hospitales están repletos de heridos que esperan transfusiones de sangre. Durante la noche del viernes al sábado, varias personas han muerto en incidentes ocurridos en las afueras de la ciudad, donde se han vuelto a producir enfrentamientos entre el Ejército y estudiantes que no han depuesto las armas.

Hasta ahora, la población de Kwangju ha entregado voluntariamente 3.000 armas capturadas al Ejército, pero fusiles, ametralladoras y pistolas pueden ser fácilmente distribuidos de nuevo, ya que se guardan en edificios fuera del control militar. No más de un centenar de armas cortas están realmente en poder de los jefes militares.

La presión intensa de Washington parece el único elemento que mantiene a las tropas de Seúl a la expectativa en la ciudad sitiada. La Casa Blanca ha advertido formalmente a los militares surcoreano que no desea que la crítica situación del país sea solventada por la fuerza.

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