Los sublevados surcoreanos controlan cuatro ciudades
Tres ciudades, un puerto de mar y dieciséis de los veintiséis distritos de la provincia surcoreana de Cholla Namdo han pasado, en las últimas horas, al control directo de los movimientos de masas que se oponen a la ley marcial decretada en todo el país el pasado domingo por las autoridades militares de Corea del Sur. Los manifestantes, que asaltaron los gobiernos provinciales y cuarteles de la policía y del Ejército, permanecen en las calles armados y han impedido de hecho la aplicación de la ley marcial en estas ciudades, de las que Kwangiu, con sus 800.000 habitantes, es la más importante.
Los disturbios se propagaron ayer al importante puerto de Mopko, en el Pacífico, donde una multitud de unas 30.000 personas saqueó cuarteles y se adueñó de arsenales militares. Esta ciudad es la villa natal de Kim Dae Jung, uno de los principales dirigentes de la oposición detenido por las autoridades.En la pequeña isla de Wando, a 70 kilómetros de la costa continental, también se registraron incidentes. Especial virulencia alcanzaron en las ciudades de Kohung y en el centro minero de Hwasun, donde los manifestantes dinamitaron las instalaciones de una empresa extractora.
Se prepara una vasta operación militar
Las tropas acantonadas de Kwangiu, Khoung y Hawshun se retiraron de estas ciudades y tomaron posiciones en costas y colinas próximas a estos enclaves, a la espera de instrucciones de las autoridades militares, que parecen haber dado un plazo por si prosperaran negociaciones o los rebeldes depusieran las armas. Observadores destacados en las zonas donde la revuelta ha alcanzado mayor envergadura preveían como inminente una ofensiva generalizada del ejército contra los rebeldes y auguraban un baño de sangre en la ciudad de Kwangiu.La apropiación de gran cantidad de armas por los manifestantes -unos 3.500 fusiles automáticos M-16 y carabinas M-1, 85.000 cartuchos, cuatro carros blindados, dinamita; 150 camiones militares y un elevado número de jeeps artillados con ametralladoras- permite augurar un agravamiento del conflicto.
El comandante en jefe de la ley marcial, general Lee Hui Sung, dirigió ayer un mensaje radiado y televisado a los habitantes de Kwangiu, en el que aseguraba la aplicación inminente de una vasta operación militar contra los manifestantes y llamaba a los ciudadanos a abandonar las calles. Los accesos a las principales ciudades de la provincia permanecían fuertemente custodiados por el ejército.
Por su parte, Park Choon Hoon, primer ministro, nombrado precipitadamente el miércoles por el presidente surcoreano, Choi Kyu Hah, realizó ayer un viaje relámpago a la ciudad de Kwangiu con el propósito de encontrar una solución política al conflicto. Tras varias entrevistas con algunas autoridades municipales de la ciudad, éstas decidieron enviar estos días a Seúl una comisión municipal para hallar soluciones con las autoridades centrales. Sin embargo, Park Choon Hoon no consiguió entrevistarse con los dirigentes de la revuelta.
Estudiantes radicales
La sublevación parece dirigida por líderes estudiantiles radicales, partidarios de la democratización del país, de la abolición de la ley marcial y la censura y de la liberación de los dirigentes de la oposición detenidos por las autoridades militares. También exigen la destitución del presidente Park Choon Hoon y la ejecución del general Choon Doo Hwang, jefe de la seguridad militar.La zona dominada por la rebelión permanece incomunicada del resto del país al haber sido bloqueadas las líneas telefónicas y telegráficas. Ello impide evaluar con exactitud los acontecimientos y el número de víctimas provocado durante estos días en los durísimo enfrentamientos entre el ejército y los manifestantes.
Periodistas occidentales aseguraron haber visto 57 cadáveres y más de 350 heridos, todos ellos de bala, en los hospitales de la zona pero otros cálculos evalúan en varios centenares los muertos.
Mike Mansfield, embajador norteamericano en Japón, aseguró ayer, en una conferencia de prensa realizada en Tokio, que Estado Unidos apoyará a Corea del Sur durante «tanto tiempo como sea necesario», y que su país está dispuesto a «sostener hasta el fin» a su aliado surcoreano.
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