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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las nieves de antaño

¿Dónde están las revistas de antaño? Quizá se fundieron, como las nieves de la balada de Villon ¿Dónde fueron las tres Marujas -la Boldoba, la Tamayo, la Tomás-, dónde la rellenita Virginia de Malos, las estimulantes Monique Thibaut, Trudi Bora? ¿Dónde los inverosímiles caballeros de aquellas damas, Heredia, o Lepe, o Bárcenas? ¿Dónde los músicos como Guerrero, como Alonso, o Montorio, que dirigían flacas orquestas en el pequeño foso? ¿Dónde las muchachitas del conjunto, desiguales, en filas melladas, cantando y trotando con indiferencia, enseñando unos muslillos vacunados, con moraduras de pellizcos galantes y heridas rosadas en las rodillas? ¿Dónde los libretis tas como Muñoz Román?Nunca se aprenderá bastante en la vida. Aquello se despreciaba aquello parecía malo, deleznable y ahora cumple la sentencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y ocupa un lugar en la nostalgia. Ahora la orquesta es un par de altavoces gritones y distorsionados; se mueve la boca en escena cuando suena el maldito play back la coreografia está entre la gimnasia y el salto, el texto es una serie de obscenidades y de alusiones a la actualidad de hoy mismo. Superviven una vedette y un cómico -Mary d'Arcos, Miguel Caiceo, en este caso concreto de Placer de dioses- con unas jovencitas y unos jovencitos que no han tenido tiempo de aprender ni de quién aprender; se llama escenografía a una construccioncilla, y luminotecnia, a unos focos.

Placer de dioses, de Alejandro Montañés

Intérpretes: Amelia del Valle, Maribel Rivera, José A. Ramos, Paco Collado, Manolo Sanjuán, Mati Cruz, Rafael Mendoza, Mario Rojo, con Mary d'Arcos y Miguel Caiceo. Música de Alfonso Yunta. Escenografía y dirección de Antonio Corencia. Estreno: teatro Alfil 5-5-1980.

Merece algo más aquello que se exalta -el barrio de Maravillas- y hasta aquello que se critica -las andanzas de La Cierva, los personajes de la televisión- Merece algo más el público. Pero ¿dónde están los viejos verdes de antaño, en sus primeras filas del teatro Martín, del Maravillas, de La Latina? El público ahora -en el estreno- es blanco y rosa. Jóvenes con lentejuelas, travestidos: buenos amigos de las gentes del escenario, que aplauden y vitorean. Tanto que, al final, el director, Antonio Corencia -¿dónde están sus preocupaciones de antaño?- y Mary d'Arcos pronunciaron largos discursos, entre tímidos y satisfechos, elogiándose unos a otros: estaban convencidos de que habían tenido un éxito.

La censura del Ministerio de Cultura ha colocado una S a este espectáculo: no se sabe por qué. Quizá porque encuentran burlas a La Cierva, a Suárez, y lo consideran altamente peligroso. Pero la S no es para eso: hasta ahí podíamos llegar. El erotismo, incluso la pornografía, tiene una dignidad mayor: no hay que confundir.

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