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Felipe González plantea un debate con el Gobierno en el marco estricto del Parlamento

El secretario general del PSOE, Felipe González, planteó ayer la necesidad de un debate parlamentario sobre la construcción del Estado de las autonomías, las consecuencias sociales de la crisis económica, la modernización de la Administración estatal y la política exterior. Ese debate debería ser televisado en directo, añadió el líder socialista. Felipe González aprovechó el acto de presentación del semanario El Socialista, en su nueva etapa, para hacer estas manifestaciones, que constituyeron una respuesta negativa a las sugerencias recibidas desde áreas gubernamentales para reconstruir la política de consenso.

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Felipe González comenzó diciendo que tal vez se había creado excesiva expectación respecto al acto de ayer -más de 3.000 personas llenaban varios salones del hotel en que fue realizado-, y dedicó su intervención a repasar los principales problemas del país, delimitando los temas esenciales que, a su juicio, deben ser objeto del debate parlamentario. En ellos no hubo referencias a los temas de Cataluña ni Euskadi, así como al reciente conflicto planteado en tomo a la Guardia Civil.Expresó su extrañeza de que alguien haya insinuado que conducir al presidente del Gobierno a un debate parlamentario sea algo parecido a una trampa, y a este respecto recordó que ciertos países democráticos hacen debates cada año. Mencionó los problemas pesqueros con Marruecos y recordó la oposición manifestada en su día por el PSOE al tratado de pesca con dicho país, para añadir que quizá se están utilizando los temas internacionales para lanzar cortinas de humo sobre los problemas intemos.

El primer asunto citado por Felipe González para el debate parlamentario propuesto, es el de la construcción del Estado de las autonomías. Insinuó la conveniencia de encontrar una solución política para Andalucía, región que ha quedado «en la peor de las situaciones», con un sentimiento autonómico claramente manifestado, que, sin embargo, no ha podido materializarse por un escasísimo margen; mencionó la importancia de que el concepto de autonomías se extienda también a las corporaciones municipales y provinciales, y rechazó la idea de que el Estado sea sólo el poder central.

Tras una breve mención a la importancia de abordar la modernización de la Administración del Estado -afirmando que la actual corresponde a una situación precapitalista o del siglo XIX-, pasó a ocuparse de la importancia de la política internacional. Recordó en este contexto que aún no se conocen las claves del viaje del presidente Suárez a Estados Unidos, ni existe clarificación alguna sobre la política a seguir con los países de Oriente Próximo, así como el proceso de incorporación a la CEE.

El último de los temas para debate citados por Felipe González fue el de las consecuencias sociales de la crisis económica, al que dedicó buena parte de la exposición. Rechazó la visión puramente «tecnocrática» de la crisis económica, así como la inutilidad de discutir sobre las consecuencias del precio del petróleo en la economía -«son habas contadas, sabemos exactamente lo que cuesta»-, y protestó contra el hecho de que todo el leit motiv de la lucha contra la crisis sea disminuir la inflación.

Una vez expuestos estos cuatro temas fundamentales del debate parlamentario solicitado, Felipe González dijo que «por nuestra parte, la respuesta no va a encontrarse fuera del Parlamento; de nada van a valer los rumores sobre hipotéticas entrevistas a dos, a tres o a cuatro; la clarificación que exigimos ha de hacerse en el Parlamento, de cara al país». Afirmó también que «esto no significa que estemos arrepentidos de la política de consenso, que este país ha necesitado en el pasado, y que necesita en el futuro para temas claves; pero no habrá tentación de hurtar al Parlamento el debate necesario.

El secretario general del PSOE comentó posteriormente a los periodistas, en respuesta a la pregunta de si echa de menos una entrevista con el Rey, que estos contactos deberían institucionalizarse de forma periódica, puesto que la Constitución otorga un papel moderador a la Corona.

Previamente a la intervención de Felipe González, el nuevo director de El Socialista, Fernando Pajares, expuso las líneas maestras de la nueva etapa de la revista, que se centran en una ruptura con el esquema ortodoxo de la prensa de partido -«fracasado en todas partes», dijo-; separación de la información de la opinión, y reducción del área de responsabilidad directa del partido a la política editorial

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