Unidad y dispersión española

«Tres fracasos electorales en tres regiones, Andalucía, País Vasco y Cataluña, han provocado un gran desconcierto en el Gobierno de Adolfo Suárez. Todo el mundo se interroga hoy en Madrid sobre el porvenir político de España o, mejor dicho, de las Españas.El 28 de febrero, dando la espalda al jefe del Gobierno central, que preconizaba una autonomía lenta, la mayoría de los andaluces se pronunciaba por una autonomía por vía rápida. El 9 de marzo, los vascos reducían a UCD a una insignificante minoría de seis diputados en el seno de un Parlamento autónomo que cuenta con sesenta. El 20 de marzo los catalanes concedían a UCD diecinueve escaños en un Parlamento de 135 miembros. Así, en un año, el partido en el poder en Madrid ha perdido en el País Vasco, en Cataluña y en Andalucía la mitad de sus electores.

Los socialistas de Felipe González no se beneficiaron de este fracaso. Han perdido la tercera parte de sus sufragios.

El equilibrio político de la Península se encuentra en este momento comprometido. Para pre, servar el «milagro democrático» español, los dirigentes madrileños deben, de ahora en adelante, tomar muy en serio a las llamadas fuerzas periféricas, es decir, los partidarios autonomistas. ( ... )

Así, Adolfo Suárez se verá obligado a negociar, para preservar la paz ibérica, con el presidente vasco, Carlos Garaicoechea, industrial, y con el honorable Jordi Pujol, y de bería felicitarse de tener ante él a estos dos hombres, que defienden la coexistencia de las Españas. Además, tienen muchos puntos comunes con el jefe del Gobierno madrileño. Como él, no son marxistas. Han escogido el mismo tipo de sociedad que él. Son igualmente europeos y, por otra parte, son partidarios de la entrada de la Península en la OTAN.»

, 5 de abril