Ficciones poéticas y ficciones plásticas de Urculo
Han pasado unos veinte años desde que Eduardo Urculo estuviera en Tenerife alternando el servicio militar con la pintura. Su nombre ha quedado presente en la isla, recordado, naturalmente, por sus continuas exposiciones dentro y fuera de la nación. Quiero decir que su estadía en Canarias fue tan amical y jubilosa que muchos de nosotros lo consideramos un canario más. Traía en su macuto colores y libros que entraban, por entonces, en una aventura intelectual: Malraux, Camus. Pintaba grandes cuadros abstractos, de gran riqueza de color, impetuosos, ejecutados a brochazo irreverente con la Academia. Hemos seguido sus pasos, pasando de la abstracción violenta a sus brujas y toreros hasta detenerse en sus actuales nalgas, por llamarlas de modo púdico, y sus frutas, que continúan siendo nalgas en sus formas, en sus texturas aterciopeladas, bodegones de comedor kitsch, puestos de moda por el pop en una digestión social de tipo universal.Eduardo expone en la galería Leyendecker, que tiene en puertas otras importantes, como la de Saura y la de Cuixart. Sobre la muestra ha caído un tropel de espectadores como abejas en un panal de miel. Y es que la obra de Urculo destila miel para un público que quiere liberarse de una represión erótica. Esta seria la más fácil y vulgar manera de ver su obra.
En tiempos difíciles, en la agonía de restricciones de la carne, todos sabemos que Urculo se enroló en una secta pictórica que le quitaba el disfraz a Eros y nos lo presentaba seductor, invitando a un pueblo a la llamada del placer vergonzante -se decía- del voyeur, es decir, del mirón.
No cabe duda que Urculo tomaba de la mano a Wesselmann, pero esto lo ha ido corrigiendo metiendo en torno la fragmentación de los cuerpos y dándoles un relieve, o un tactilismo acorde con aquella realidad mágica que se emparentó con el verismo, como, término equívoco de la Nueva Objetividad. Todas las interpretaciones sobre el objeto son equívocas. Verista -término que tuvo su nacimiento a finales de nuestro primer cuarto de siglo- trata de presentar al artista como moralista y fuera de las tendencias literarias anteriores. Pintores veristas fueron Grosz o Dix, que ponían el acento en la infamia de una época. Y eran objetivos.
Objetividad y oposición
La objetividad de Urculo se presenta dentro de una oposición a una situación nacional dada. Se operaban cambios en la plástica. Tomando como modelo el caso concreto de un pintor, tenemos el cambio brusco de Canogar, que da por terminada la crónica realista de una situación y deriva hacia la asepsia universal de la abstracción.
Eduardo Urculo venía rondando desde hace tiempo la figuración. El hito importante lo constituye el viraje erótico que le dio a su obra queriendo instaurar, en un momento crítico, a su manera, la alegría de vivir. Nos habla así siempre, desde entonces, del amor, de la enredadera que trepa por su ventana, de la maravilla desconcertante y mística del tiempo, utilizando títulos de sus cuadros. Total, ficciones poéticas sobre la ficción plástica de la realidad. Pero a él le debemos la otra ficción necesaria: la de la alegría de vivir, aunque no sea, ciertamente en estos tiempos, sobre un campo de estrellas.
Babelia
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