Democratizar el Museo del Ejército
Hace unos días hice una visita a nuestro Museo del Ejército y pude comprobar las reinstalaciones llevadas a cabo en varias salas del mismo, que creo, en general, satisfactorias. Pero mi desencanto fue grande cuando visité la sala dedicada a la guerra civil.Nada ha cambiado, todo está igual que en los tiempos de triunfalismo revanchista: preside la sala el enorme, y dicho sea de paso, mediocre cuadro de los fusilamientos de Paracuellos con la leyenda «perdonad, pero no olvidéis». Su ironía me hace recordar que a nadie se perdonó en la posguerra, exigiendo reparaciones desproporcionadas por el solo hecho de haber militado en el ejército contrario. Resulta imposible olvidar hechos como el bárbaro bombardeo de población civil indefensa en Guernica o las salvajes represiones tras la toma de Badajoz y la de tantas ciudades una vez conquistadas, o los indiscriminados fusilamientos llevados a cabo en las localidades que quedaron del lado rebelde desde el principio de la contienda.
Cuadros igualmente significativos deberían recordarlo o mejor sería que no hubiese ninguno, para no tener que avergonzarnos de tan bárbaros hechos.
Igualmente, al indicar los objetos que se exponen, se sigue utilizando la maniquea palabrita de tomado o perteneciente a los «rojos», cuando lo correcto sería decir «al ejército republicano». Y tantos ejemplos más. Sólo hay cuadros y maquetas de militares y hechos heroicos de un bando, como si en el otro no hubiera habido iguales héroes y muestras de heroísmo.
Los vigentes vientos democráticos no soplan en este museo, hecho más grave teniendo en cuenta la misión docente que le está encomendada.
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