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Repercusiones de las elecciones al Parlamento catalán

El fracaso electoral puede disparar las tensiones internas en el PSC-PSOE

El resultado electoral catalán tendrá inevitables consecuencias a nivel interno del PSC-PSOE. Nacido de dos partidos que nunca han llegado a estar plenamente fusionados, subsistió gracias a la victoria electoral del 15 de junio de 1977 (seguida de otras), que sorprendió a los socialistas catalanes tanto como ahora su derrota.

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La dicotomia del PSC-PSOE es total y clara. Por un lado, el PSC (congrés), representado por unos profesionales de izquierda, catalanista en mayor o menor grado, procedentes de la burguesía media y alta (en casos como el de Reventós, muy alta), y, por otro, el PSOE catalán, obreros mayoritariamente inmigrados -inmigrados recientes, ya que los más integrados y cualificados votan PSUC- que acudían a las urnas por «Felipe», no por Reventós, a quien, en casos probados, desconocían totalmente.El equilibrio fue roto por Josep María (Raimon) Obiols, quien representa al sector procedente del PSC-C y obtuvo una débil mayoría en una conferencia nacional Paralelamente, la UGT decidió incidir en los problemas internos del partido, apoyando al sector procedente del PSOE. Nacieron las «coordinadoras internas». donde residía realmente el poder. A todo ello se agregaba una lucha por la sucesión de Reventós en el secretariado del partido. Los dos aspirantes más cualificados eran Ernest Lluch y Eduardo Martín Toval.

Ayer existía coincidencia entre los dirigentes socialistas consultados -pertenecientes a las diversas corrientes- en señalar que la pérdida de votos venía principalmente de sectores de la pequeña burguesía catalanista, que en esta ocasión han preferido la histórica Esquerra. El otro mal indicado era la abstención (ésta por parte de sectores obreros inmigrados). Muy secundariamente se indicaban a Convergencia y al PSA. Nadie señalaba al PSUC como beneficiario de votos anteriormente socialistas.

«Para la pequeña burguesía catalanista somos demasiado poco catalanistas. Para los obreros inmigrados lo somos demasiado», afirmó una fuente. « De hecho, hemos perdido por los dos lados, al presentar una imagen demasiado desdibujada. El electorado quería mayores concreciones, y al no hallarlas. prefirió la abstención.»

A nivel técnico existían ayer todo tipo de críticas contra el responsable de la campaña, Eduardo Martín Toval. Su euforia era valorada negativamente. Después del mitin final de la campaña, Martín Toval criticó las estimaciones preelectorales efectuadas por este diario, en el sentido de asegurar que los comunistas retrocederían sensiblemente, los nacionalistas avanzarían poco y los socialistas subirían algo. Ninguna de las tres previsiones se cumplió, sino que las de signo contrario de este diario quedaron cortas.

Otras acusaciones contra Eduardo Martín eran el carácter desdibujado de la campaña, sus ataques a UGT, cuando ésta pidió que finalizara el pacto municipal de Barcelona, y el pintoresco hecho que en la edición de ayer de este diario efectuase manifestaciones que tenían un aire de auténtico reparto de carteras (efectuado tras guardar para sí la consejería de Gobernación, de la que ya poseía los nombres de los directores generales en ciernes).

Pero el tema no quedaba limitado a una crítica a Martín Toval. La débil imagen ofrecida por Reventós -poseedor de auténtico «anticarisma»-, las incongruencias de una dirección colegiada de base sentimental, la debilidad y engreimiento de su confuso programa de alianzas -o, mejor, de no alianzas-, eran otros puntos de consideración crítica. Todo ello irá agravando una situación ya delicada, para culminar en el próximo congreso del partido, que tendrá efecto a finales de junio

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