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El túnel bajo el canal de la Mancha deberá ser por la inciativa privada

Desde que Napoleón Bonaparte sugirió, en 1802, «cerrar la irritante y costosa brecha» del canal de la Mancha entre Francia y Gran Bretaña, docenas de ideas y proyectos de todo tipo han sido ensayados para unir de forma definitiva las islas Británicas al continente.

La idea, nunca enterrada, ha vuelto a cobrar actualidad corno consecuencia de un proyecto preparado conjuntamente por los ferrocarriles británicos y franceses, que aparentemente cuenta con el apoyo tácito de la comisión de transportes del Mercado Común.El proyecto contempla la construcción de un túnel bajo el canal dedicado exclusivamente a tráfico ferroviario, con una sola vía, por la que circularían un promedio diario de 120 trenes entre Londres, París y Bruselas. Los trenes estarían dedicados al transporte de pasajeros y mercancías, pero no de automóviles. La explicación es que tanto British Railways, como la Societé Nationale des Chemins de Fer operan con gran parte de los ferries que actualmente cruzan el canal, y no desean, por razones económicas y sindicales, suprimir el actual servicio.

El consorcio de ingeniería autor del proyecto estima que el túnel podría estar terminado en unos ocho años, a un coste de 715 millones de libras a precios de enero de 1979 (unos 110.000 millones de pesetas), lo que supone ochocientos millones a precios actuales. Los ferrocarriles británicos creen que, si consiguen una ayuda a fondo perdido de la Comunidad Económica Europea y un acceso a créditos baratos por parte del Banco Europeo de Inversiones y de la Comunidad del Hierro y el Acero, el proyecto podría producir unos beneficios del 14% anual.

El Gobierno conservador británico anda con pies de plomo en este asunto, tras el fiasco que produjo el ensayo anterior, que causó una gran irritación a la parte francesa, después de que el acuerdo estuviera oficialmente aprobado por las autoridades de los dos países.

Riesgo privado

De ahí la cautelosa contestación ofrecida por el ministro de Transportes, Norman Fowler, en la Cámara de los Comunes, el miércoles, cuando fue interpelado sobre las posibilidades de construcción del túnel. El Gobierno, dijo Fowler, no gastará un solo penique del contribuyente en la construcción del proyecto, pero no ve ningún inconveniente en que se lleve a efecto si el capital privado quiere arriesgar su dinero en él.Un consorcio con participación británica, francesa, alemana y holandesa se mostró ayer dispuesto a la construcción del túnel, más barato que el proyecto de los ferrocarriles anglo-franceses, y a obtener el dinero necesario para su financiación.

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El Gobierno británico dará a conocer su opinión definitiva sobre el tema el próximo otoño, cuando un equipo de cerebros económicos se pronuncie sobre su rentabilidad final.

Sorprende en el proyecto actual que sólo se contemple la construcción de una sola vía y que se abandone, al menos por el momento, la posibilidad de canalizar tráfico de automóviles. La explicación, aparte de las razones apuntadas anteriormente sobre el servicio de ferries, hay que encontrarla en el coste y en el medio ambiente.

En efecto, la construcción de una doble vía elevarla los gastos a casi el doble de lo presupuestado, unos 1.500 millones de libras (unos 225.000 millones de pesetas), y la adición de un carril para automóviles colocaría el proyecto en la astronómica cantidad de 3.200 millones, casi el medio billón de pesetas. Por otra parte, los grupos conservacionistas del condado de Kent, donde se situaría la nueva terminal, se han opuesto con todas sus fuerzas a que su idílica campiña se convierta en un rompecabezas de autopistas y automóviles.

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