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ULTIMA CORRIDA FALLERA

La torera verticalidad de Paco Ojeda

Después de casi tres horas de corrida -un frío insoportable, lluvia, humedad que se metía en el cuerpo hasta los huesos-; 'después de ver cuatro matadores, ocho toros, millares de derechazos, lo único que queda en el recucrdo de este último festejo fallero es la verticalidad de Paco Ojeda.José Luis Galloso, Julio Robles, Manolo Sales, como tantos y tantos toreros a la moda, toreaban agachados. Ojeda lo hacía erguido, dejando llegar y templando la embestida. Es un torero elegante que transmite emoción porque, en efecto, se produce, como consecuencia de los muchos peligros que conlleva esperar así las acometidas.

Pero si decimos de la verticalidad de Ojeda, hemos de ponderar también su valor, pues si no lo tuviera, aquélla sería imposible. Se trata de un valor sereno, estricto, sin aspavientos demagógicos para la galería, los cuales son argucia también habitual en estos tiempos de la tauromaquia. En uno de los cites a su primer toro, que hizo de bastante distancia, éste se arrancó alegre, con fuerza, y de súbito se paró en el centro de la suerte. La cabezada quedaba en los sobillos y Ojeda ni se inmutó; por el contrario, sin rectificar terrenos, bajó la mano y prendió de nuevo la embestida en el engaño, para marcarla con temple y largura hasta el remate detrás de la cadera.

Plaza de Valencia

Quinta y última corrida fallera. Ocho toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presencia, encastados, flojos. Galloso: pinchazo, media atravesada y descabello (palmas y saludos). Pinchazo, bajonazo y rueda de peones (silencio). Julio Robles: media trasera (palmas y saludos). Dos pinchazos y estocada (silencio). Manolo Sales: dos pinchazos y estocada (palmas ysaludos). Estocada atravesadisima, pinchazo, tres descabellos, aviso y otro descabello (silencio). Paco Ojeda: buena estocada (oreía). Estocada delantera (ovación).

Su primera faena fue suave, bonita, valiente, ligada, justa y torera. En la otra hubo mucho mayor peligro, ya que el juampedro se le quedaba a medio pase, bajo el vientre, a punto de cogerle, pero igualmente aguantaba estoico todos los parones y todos los derrotes.

De su actuación con la espada casi lo mismo podríamos decir: se volcaba sobre el morrillo y hundía arriba el acero. Después del bache profundo en el que le vimos la temporada última, es muy esperanzador este retorno de Paco Ojeda al camino que sólo pueden andar los que de verdad quieren ser figuras del toreo.

Desiguales de presencia y encastados

Entre los juampedros, casi todos terciados y muy desiguales en cuanto a presentación, abundaron los cojos y los grandes inválidos, si bien todos lucían casta y varios también nobleza. Julio Robles aprovechó uno de estos nobles animales con una faena más que aseada, en la que hubo redondos, naturales, y, sobre todo, pases de pecho de verdadera categoría, mientras que a su otro enemigo no le pudo hacer prácticamente nada, pues estaba derrengado.

El resto de la corrida supuso una paliza para quienes la soportamos desde el tendido. Galloso y Sales nos mataron a derechazos. Galloso los pegaba aproximadamente mediocres y Sales aproximadamente malos, lo que matizamos para nota. A veces se echaban la muleta a la izquierda y les salía algún aceptable natural, pero casi daba lo mismo. pues se perdía en la avalancha de pases que no pararon de fabricar ni consumir. Estos toreros de ahora no tienen continencia en su gula derechacista, ni caridad con el espectador. Una atención a las horas que pasamos sentados en el duro cemento y al frío ventarrón que azotaba el Regne Valenciá, les debió inducir a acortar sus actuaciones. No lo hicieron y tienen el merecido castigo: cuando se afanaron por el redondel, ya ha pasado al olvido. Queda a salvo, por supuesto, el valor sereno y la torera verticalidad de Paco Ojeda, que tuvo y tendrá premio.

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