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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La "batalla" de Cataluña

HACE UNAS semanas lamentábamos la «guerra sucia», la gresca electoral de todos contra todos, planteada en las elecciones al Parlamento vasco. Y comparábamos aquel ambiente político con el preelectoral que se desarrollaba en Cataluña. Ahora, en el filo de la jornada de reflexión para los catalanes, bien podría decirse que se han invertido las tornas y que las trapacerías electorales han encontrado su mejor caldo de cultivo en Cataluña.La campaña electoral catalana ha sufrido (o disfrutado) de un «desembarco» político a cargo de los líderes de los principales Partidos, muy superior al realizado en las anteriores e inmediatas consultas electorales de Andalucía y País Vasco. El partido del Gobierno, en concreto, se ha volcado con una estancia de cinco días del presidente Suárez en tierras catalanas y con un esfuerzo notable por levantar las encuestas que dan a los centristas de Cataluña como cuarto partido en aquellas elecciones, inmediatamente por debajo de los comunistas catalanes.

Toda la línea de batalla de UCD parece haber sido dirigida contra le partido de Pujol, en un intento de restar a Convergencia los suficientes votos como para obligarle, en la posterior elección a la presidencia de la Generalidad, a pactar con los centristas. Una supuesta correspondencia apócrifa de Jordi Pujo¡ a Carlos Garaikoetxea ha circulado profusamente por las redacciones de los periódicos. En ella, Pujol aparecía como un abierto partidario de la soberanía catalana, que escondía cartas marcadas en la bocamanga. Por otra parte, unas palabras de .Ramón Trías Fargas, presidente de Convergencia, sobre el Estado catalán (reflejo condicionado de su larga estancia en Estados Unidos) han motivado una dura réplica del propio presidente Suárez en el sentido de que no tolerará más Estado que el español.

. El caso es que en Cataluña se ha planteado electoreralmente el problema de la unidad del Estado español como no se hizo en la campaña del País Vasco. Debe reflexionarse acerca de que los líderes de Convergencia (un partido nacionalista, pero en absoluto separatista) hayan recibido el varapalo gubernamental. Lo que ha intentado UCD en esta campaña -con una utilización insidiosa de la Radiotelevisión estatal- es condicionar la elección del «honorable». Como bien se comenta en Cataluña, la elección de mañana está más o menos «cantada» y ofrece un interés relativo. Todo indica un triunfo minoritario de los socialistas, seguidos de Convergencia, PSUC, Centristas de Cataluña, Esquerra Republicana.(una especie de partido radical catalán) y acaso la derechista Solidaridad Catalana, si logra rebasar el 3% de votantes que se precisan para acceder al Parlamento catalán.

La genuina batalla electoral catalana comenzará el día 21, con unos pactos poselectorales más complicados que los vascos. Constituida la Mesa del Parlamento catalán, debe elegirse al presidente de la Generalidad por mayoría absoluta en dos votaciones consecutivas o en una tercera por mayoría simple. Cupiendo una cuarta posibilidad de disolver el, Parlamento recién elegido y proceder a nuevas elecciones de no alcanzarse un acuerdo. Así las cosas, sólo Joan Reventós y Jordi Pujol (por este orden) tienen posibilidades de sustituir a Tarradellas al frente de la Generalidad catalana. Pero mediando pactos políticos harto complicados para ambos.

La lógica de los hechos aconsejaría una Generalidad gobernada por Pujol o Reventós (por el líder del partido triunfador) mediante pactos públicos entre los socialistas y los nacionalistas catalanes. Ello implicaría un banco de pruebas para un hipotético Gobierno de coalición UCD-PSOE en el Estado; hoy por hoy improbable, pero no imposible. El caso es que un sector importante de las bases de Convergencia busca unión con la UCD catalana, en tanto no menos amplios sectores del socialismo catalán procuran afinidades con los comunistas de Cataluña. Pero, por encima de las diferencias y sospechas partidistas, la Generalidad catalana va a dirimirse entre los socialistas de Reventós y los nacionalistas de Pujol. No hay más nombres en aquella cesta por más que en las votaciones para la elección de «honorable» pesen decididamente los escaños de los comunistas, de la UCD catalana y hasta los de Esquerra Republicana.

. El caso es que si es cierto que la batalla de Cataluña comienza en verdad el viernes, no es menos verdad que entonces comenzará otra batalla de mayores niveles estratégicos. El representante del partido gubernamental en Cataluña puede abocar a un fracaso electoral (si su partido queda por bajo je los comunistas catalanes, como se prevé) que abundara en las derrotas del Gobierno en Andalucía y Euskadi. Y si en Cataluña el proceso poselectoral conduce a una coalición lista presidida por Reventós, el presidente del Gobierno se encontrará abocado moralmente a plantear ante la Cámara de los Diputados el voto de confianza. Un voto que ganará, pero que tendrá que pactar a alto precio con las minorías autonomistas.

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