Las Españas

El ministro Abril Martorell lo ha dicho con una metáfora rústica y, como era de temer, manida:-No vayamos a volcar el carro.

El carro de España, cargado hoy con la parva de las Españas autonómicas, es carreta de bueyes que remonta penosa el camino, asaltada con hondas de pastor, tridentes, horquillas, mariettas y piedras por la derecha de Curro Jiménez y la izquierda del Hombre Enmascarado, que ahora vuelve otra vez un lujosos fascículos. Los enmascarados han tomado Madrid desde las vallas publicitarias, lepra de nuestras calles. Rafael Alberti, en un viejo poema, le preguntaba al carretero por qué le miraba así, si él tenía su carro. Abril Martorell también tiene su carro, aunque está a punto de perderlo, como Escobar, y también nos mira así. Bandrés explica en la intimidad lo que podría hacer un hombre para no ser guardia en el País Vasco:

-Tiene siete opciones.

Yo creo que cualquier hombre tiene muchas más. Por supuesto el propio Bandrés. Aunque Goethe y otros ordenancistas redujeran las situaciones teatrales a treinta y tantas. lo cierto es que las opciones vitales, biográficas, políticas, personales, del ser humano, son muchas más de siete. Siete eran los pecados capitales y las virtudes de los viejos catecismos Ripalda / Vilariño / Astete, que nos ponían catorce ligaduras en el alma y en las manos sin lavar a los niños de derechas. Aquello era «El libro rollo del cole». Y nunca se llevaron a la santísima trinidad catequística a declarar en una ambulancia de detectives, que yo me recuerde. ¿También los nuevos políticos de los nuevos Estados y las nuevas izquierdas van a reducir nuestras opciones neuro-vegetativas a siete, bajo advertencia de peligro, incluso físico? El siete ha sido siempre número de magia y alienación, cárcel del alma con siete rejas. Ay.

«No vayamos a volcar el carro.» El carro se vuelca haciendo topar sus bueyes de esfuerzo popular contra los bueyes cibernéticos e Ipfórmáticos de Martín Villa, que son unos bueyes IBM de mugido gubernamental. Me cuenta el primer taxista del día que un minero asturiano ha sacado una quiniela de catorce con ciento noventa millones de pasta ( y sin concursar al «González- Ruano», que una quiniela se hace en dos patadas).

- Qué le parece a usted, don Francisco.

Me parece que las quinielas siguen dando más dinero que las autonomías. Y el fútbol más autonomía que Abríll y Fontán. Se me queja Carmen Rigalt de que los madridistas, el domingo, no gritan «Madrid, Madrid», sino «España, España»:

-Eso será más bien por la parte de tribuna, Carmen, amor. El graderío de la democracia casi nunca pega gritos españoles, porque España es el graderío.

Están haciendo / deshaciendo la España de las Españas. Bajo la geografía autonómica se encuentra en seguida la geología política, O sea social. que es la incógnita a despejar de nuestro tiempo, el gol que hay que meter, la quiniela que hay que acertar. Si una autonomía nos sale de derechas, parece que todo va bien, vale, tío, marchando, otra a la plancha, esto es como quien lava, mira, mira, Adolfo, cómo nos lo hacemos. Pero si una autonomía sale de izquierdas, la derecha en seguida se sube al coro de sillería de Toledo a decir que no se nos arregla, que esto es frentepopulismo, que una de las dos Españas, que don Antonio Machado y. Lo que nos tiene en un grito no es el Estado autonómico, sino de qué color nos salgan las autonomías. Si la geografía política de las izquierdas coincide hoy, sencillamente, con la geografía, no por eso vamos a fusilar al agrimensor. El productor Manzanos me llama para salir con Ruiz-Giménez en su film Proceso a Franco. Pienso que a Franco lo está procesando la Historia antes que Manzanos. Lo que hace falta ahora es no volcar el carro. Lo ha dicho Abril, que por lo visto tiene un carro.