Petróleo y armas, ejes de la visita del presidente francés al golfo Pérsico
El presidente francés, Valery Giscard d'Estaing, inició ayer el más largo viaje de su septenato: durante diez días recorrerá los emiratos del golfo, Jordania y Arabia Saudí. Este periplo, en el que le acompañan cuatro ministros, comenzó ayer en Kuwait y sucesivamente viajará a Bahrein, Qatar, Emiratos Arabes Unidos, Jordania y Arabia Saudí. El presidente, con este desplazamiento, desea reforzar la amistad franco-árabe que estableció el general Charles de Gaulle, con detrimento para Israel, en 1967, tras la guerra de los Seis Días.Política, petróleo y armas serán los tres ejes centrales de las conversaciones que va a mantener el señor Giscard d'Estaing con los emires, con el rey Hussein y con el rey Jaled. Francia importa de los cuatro países del golfo que va a visitar el 14% de su consumo petrolífero. Por otra parte, el 60% de las ventas francesas de armas van a parar a los pueblos de Oriente Próximo. En consecuencia, asegurar las importaciones de crudos y mejorar los contratos armamentísticos constituirán dos objetivos del periplo árabe del presidente francés.
A pesar de lo anterior, los medios oficiales han subrayado el carácter esencialmente político del peregrinaje giscardiano. El presidente galo, en efecto, es el «padre» de varias iniciativas tendentes a favorecer el desarrollo y a garantizar la estabilidad de estos países. El fue el iniciador del diálogo Norte-Sur, y el que lanzó también el llamado «triálogo» entre los países árabes, los africanos y los europeos. Hasta la fecha, ninguna de estas multiconversaciones ha dado resultados tangibles. Por otro lado, la Comunidad Económica Europea (CEE) realiza transacciones en estos momentos con los emiratos y se estima en París que la presencia del señor Giscard en el golfo acelerará el diálogo euroárabe.
Lo cierto es que la política internacional de París converge con los interlocutores del presidente en un punto esencial: la cuestión palestina. Francia nunca ha «bendecido» la paz egipcio-israelí y ha preconizado, como los países que visita ahora el señor Giscard, una paz global que implique un territorio para los palestinos. A este consenso franco-árabe se añaden las reticencias de los países del golfo, así como de Arabia Saudí, respecto a EE UU, desde que este último país abandonó al ex sha de Irán. Los emiratos árabes aprecian, por el contrario, la rapidez con que ha venido interviniendo Francia en Africa cada vez que algún país ha solicitado su ayuda. En resumen, políticamente, el viaje del señor Giscard será, en definitiva, una etapa más de la «cruzada», que, tras el «golpe» de Kabul, inició en India por el camino del no alineamiento sin, por ello, dejar de estar alineado.
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