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La necesidad del autogobierno, una coincidencia por encima del debate

Andalucía es la región más extensa de España, con más de cuatrocientos kilómetros de costa, que recorren desde el Atlántico al Mediterráneo una de las zonas de más alto valor estratégico del mundo, desde el punto de vista económico y militar. Sus 87.268 kilómetros cuadrados constituyen una superficie equivalente a la de Portugal y superior a la de países europeos como Bélgica, Holanda, Dinamarca o Suiza. Sus seis millones de habitantes suponen el 17,2% del total nacional, y sus 365.000 parados, el 30% de todo el paro nacional. Referida la cifra a la población activa regional, indica que el 19011 de la misma se encuentra sin trabajo, pese a la expulsión constante de mano de obra, que en el período 1971-1975 supuso para la región un saldo migratorio negativo de 374.905 personas.

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Andalucía aporta 59 de los 350 diputados del Congreso y 32 de los 208 senadores, en su mayoría de izquierdas. La elevada cifra de analfabetismo, los niveles bajísimos de cualificación profesional de la población, una industria incipiente, maltratada por la crisis económica, que no sólo es incapaz de absorber los 264.000 puestos de trabajo liberados por la agricultura en el período 1971-1980, sino que pierde a su vez 74.400 en ese mismo período, y la falta de un horizonte político y social claro, hecho evidenciado por el descenso creciente de la participación del electorado en los cinco comicios anteriores, constituyen las señas de identidad de esta región, que el próximo jueves 28 de febrero va a decidir en las urnas algo sobre lo que los partidos no se ponen de acuerdo: una opción autonómica con un contenido determinado (partidarios del sí), simplemente una vía para llegar a idéntico grado de autogobierno (UCD y AP) o la ruptura de la unidad de España (Fuerza Nueva).En lo que todos coinciden, sea cual sea el resultado, es en que el 28 de febrero Andalucía se juega algo importante, y con Andalucía, España, dado el peso político, económico y social de esta región en el conjunto nacional, como se desprende de los datos anteriormente citados. Se trata de encontrar un proyecto político adecuado para poner a flote la ilusión de un pueblo en el que ha hecho presa el desencanto y que está volviendo las espaldas a las urnas, en las que no ha encontrado todavía salidas a su situación dramática.

El sentimiento autonómico

No es preciso ir a buscar argumentos que avalen esta tesis, entre los partidarios del sí, aunque, lógicamente, sean sus más fervientes defensores, ya que en las filas de la propia UCD no faltan quienes sostienen que el 28 de febrero se juega el ser o no ser de Andalucía. «Ya sea por la vía del artículo 151, ya sea por la del 143, Andalucía se lo juega todo en este referéndum, porque acaso sea la última ocasión que se le presenta para incorporarse al carro de la historia», declaró en Sevilla el diputado cordobés señor Rodríguez Alcaide, en un reciente debate. Sólo que, a diferencia de los que abogan por el sí, el diputado centrista entiende que por la vía del artículo 143 es también posible ofrecer a Andalucía un proyecto político y social que no defraude las aspiraciones ciudadanas.

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Ese proyecto político exige, en opinión del señor Rodríguez Alcaide, además del autogobierno, una asamblea legislativa con capacidad para desarrollar las leyes-marco que permitan asumir las competencias que la Constitución enumera en el artículo 148 y también aquellas otras que el Estado pueda delegar. «Yo abogo por un cierto tipo de 143, que llamaría vía intermedia», puntualizó el señor Rodríguez Alcaide, «porque entiendo que sin asamblea con capacidad normativa no hay poder político, y si éste se acumula en Madrid, Barcelona y Bilbao, no es sólo Andalucía la que está en peligro, sino la propia Constitución, porque ¡ay de este país si no se crean poderes de contrapeso al norte industrial, de cara a la entrada de España en el Mercado Común!»

Nadie, desde Alianza Popular al Partido Socialista de Andalucía, que mantiene las posiciones más radicales en el tema, pone en duda la existencia de un sentimiento autonómico andaluz ni la necesidad de dotar a Andalucía de un autogobierno que contribuya a romper el modelo de subdesarrollo en que se encuentra sumida la región en relación con el resto de España. La insistencia del Gobierno y de UCD en su campaña de propaganda en que por el artículo 143 Andalucía va a alcanzar, aun antes que por el 151, un techo de competencias similar a Cataluña y el País Vasco, supone un reconocimiento implícito de que la demanda autonómica es una realidad insoslayable en la Andalucía de hoy.

143-151: el gran debate

El gran debate político que se ha originado en Andalucía en la campaña por el referéndum, al margen de otros argumentos que pretenden empujar al pueblo andaluz en uno u otro sentido manipulando sus sentimientos y resentimientos, es el del contenido de la autonomía, aspecto- en el que la mayoría de los partidos discrepan radicalmente de UCD.

Si el PSOE, el PCE y el PSA, como fuerzas parlamentarias, y personalidades políticas como Manuel Clavero, ex ministro y ex dirigentes de UCD por causa de la autonomía andaluza (nadie duda que si no seguiría siendo ambas cosas), defienden la vía del artículo 151 frente a la del 143, es porque entienden que sólo por ella es posible alcanzar una autonomía plena.

Algunos de ellos no piensan ya en una autonomía plena, sino ni siquiera suficiente como no sea por esa vía. Este es el caso de Rodríguez de la Borbolla, secretario general del PSOE andaluz: «El modelo amplio que UCD ofrece por la vía del artículo 143 no cubre las exigencias mínimas de Andalucía, porque, por encima de todo, se necesita tener capacidad para planificar una política económica regional, hecho que reconocen los analistas económicos de la derecha y de la izquierda. Y sólo puede haber una política económica regional si existe un poder regional, que es lo que no ofrece UCD por su 143 ampliado.»

Decir que da lo mismo ir por una vía autonómica que por otra, como está sosteniendo UCD, afirma Fernando Soto, secretario general del PCA-PCE, «es pretender hacer creer que los que redactaron la Constitución estaban bebidos o que, por el contrario, pretendían hacer un cambalache para beneficiar a vascos y catalanes». «Pues bien», añade, «yo no me creo ni lo uno ni lo otro: una cosa es la autonomía por el 151 y otra por el 143, y el primero no establece una vía para vascos, catalanes y gallegos, ya que a estos tres pueblos lo que se les reconoce es una situación excepcional de procedimiento dentro del 151».

La posición del PSA al respecto es sobradamente conocida. Rojas Marcos, secretario general de dicho partido, es tajante: «Yo no quiero platos de segunda calidad para el pueblo andaluz, y se nos quiere servir una autonomía de segunda; nosotros pretendemos una Andalucía en igualdad con Cataluña y Euskadi, al menos en el terreno formal, aunque está claro que en el terreno material será una conquista a largo plazo.»

Por lo que respecta a Manuel Clavero, corredactor del artículo 151 de la Constitución, es fácil deducir lo que significa la reconducción de las autonomías por el artículo 143, si ello le llevó a dimitir como ministro, con lo inédito que es un gesto de este tipo por estas latitudes. Su opinión es concluyente: «Nunca por el 143 se pueden alcanzar las cotas de autonomía que se reservan para el artículo 151; la única manera de lograrlo es mediante la reforma del Estatuto, pero ¿qué garantías existen de que de aquí a cinco años el Estatuto va a ser reformado? ¿Quién es capaz de garantizar nada a tanto plazo? El artículo 151 ofrece un poder de autogobierno claro, una asamblea legislativa con poderes amplios y un cierto grado de autonomía en la administración de la justicia. Frente a esta concreción c6nstitucional, que nadie puede arrebatar, está la inconcreción del artículo 143. Es posible que en un determinado momento el Gobierno se sienta generoso y llene de contenido una autonomía por esa vía, pero siempre será por ley orgánica, y no por reconocimiento constitucional. Se estará, por tanto, a merced del partido mayoritario, en este caso, UCD.»

En este momento de la campaña de propaganda, a cuatro días de la celebración del referéndum, es totalmente imprevisible predecir el comportamiento del pueblo andaluz ante una cuestión que se le somete a consulta por primera vez, de la que se carece, por tanto, de antecedentes históricos, y además, porque en todos los círculos andaluces, ya sean políticos o de base, en la calle, en los bares, en los taxis, existe un comentario unánime: «Este pueblo es tan imprevisible que, ¡vaya usted a saber! ».

El optimismo moderado de las estimaciones debe ser sopesado una vez más con las dificultades inherentes a la consulta, más las añadidas, más el desconocimiento de los efectos que sobre los votan-

La necesidad del autogobierno, una coincidencia por enchna del debate

tes tiene la espectacular campana de UCD, iniciada en los últimosdías, cuyos portavoces casi exclusivos han pasado a ser los ministros, Lauren Postigo y, si fuera preciso, el presidente del Gobierno.Análisis para el 29 de febrero

Suceda lo que suceda, el 28 de febrero los políticos ya están sacando consecuencias. «A partir de ese día», afirma el presidente de la Junta, Rafael Escuredo, «Andalucía ya no va a ser la misma, porque se habrá convertido en algo serio para el resto del Estado; lo que se ha puesto en marcha es imparable». «Si se pierde», añade, «lo que me preocupa no es el independentismo o la radicalización nacionalista, sino que el fracaso pueda contribuir a que sectores de marginados, que son tantos en Andalucía, lleguen a conectar con la tradición libertaria y esto explote.»

Para UCD, la derrota de la iniciativa autonómica por la vía del artículo 151 significaría una victoria, no tanto en Andalucía como en las demás regiones que tienen en marcha procesos autonómicos. Las consecuencias de una derrota de las tesis de UCD superarían claramente el marco andaluz, porque el referéndum ha pasado a ser un pulso UCD-PSOE de rango nacional. Hombres de UCD, como Cecillo Valverde y Rodríguez Alcaide, han señalado que si el referéndum triunfa, no querrá decir más que el pueblo andaluz quiere esa vía y, adelante.

El PSOE todavía no ha definido su estrategia, en caso de que el referéndum no prospere, pero está claro que aceptará la vía del 143, aunque con fuertes condiciones, que van desde el «no se toca una coma al proyecto de Estatuto de Carmona» hasta el improbable de exigir un nuevo pronunciamiento de los ayuntamientos por la vía del 143.

Por lo que hace al PCE, Fernando Soto sostiene que si sólo quedan descolgadas una o dos provincias, lo que habría que hacer es modificar la ley de referéndum, de modo que sea posible por la vía del 151 e incorporar en el futuro a las provincias que quedaran fuera.

El PSA rechaza otra alternativa que no sea la del 151. «No acepto el 143 bajo ninguna de las condiciones, porque vamos de desaguisado en desaguisado. Que se reúnan los partidos centralistas, que son los que nos han llevado a esta situación, y que hagan lo que quieran. El PSA pedirá la reforma de la Constitución y de la ley de referéndum. No vamos a poner bombas, pero tampoco aceptamos platos de segunda», concluye Alejandro Rojas Marcos.

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