Terminan las conversaciones preelectorales entre lord Soames y los líderes negros rodesianos
ENVIADO ESPECIAL, El gobernador general británico, lord Soames, terminó ayer sus reuniones con los líderes negros rodesianos destinadas, de una parte, a intentar poner fin a la campaña de intimidación a la población local por varias fuerzas políticas, y de otra, a discutir con ellos el crítico período poselectoral.
Entre tanto, el líder de un partido minoritario, James Chikerema, del Partido Democrático de Zimbabwe, ha expresado públicamente la declaración más pesimista realizada hasta ahora sobre el futuro de Zimbabwe. Chikerema manifestó, tras su entrevista con lord Soames, que, «gane quien gane las elecciones, el país se verá sumido en un período de guerra civil».Aunque no ha habido comunicado oficial sobre las entrevistas, se cree saber que Chikerema preguntó al gobernador sobre las medidas que Gran Bretaña iba a tomar para hacer respetar el resultado electoral. Fuentes cercanas al Partido Democrático de Zimbabwe manifestaron que el gobernador se quedó «muy sorprendido» por la pregunta y no facilitó ninguna contestación.
Porque la realidad es que la preocupación expresada por Chikerema está en la mente de todos en este país. Y está también claro que el Gobierno británico no tiene ninguna contestación que ofrcer, porque desea abandonar cuanto antes su antigua colonia, una vez que haya entregado las riendas del poder al vencedor o vencedores de las elecciones.
Parece claro que la única forma de mantener una situación estable en Rodesia tras las elecciones sería aumentar la fuerza militar de la Commonwealth, que actualmente se encuentra en el territorio, decisión que ninguno de los cinco países que han enviado contingentes está dispuesto a tomar.
Los planes para la retirada británica y para la evacuación de la fuerza de la Commonwealth son mantenidos en el más absoluto secreto. El portavoz del gobernador, Nicholas Fenn, se negó repetidamente en su conferencia de prensa diaria a revelar estos datos.
El número de guerrilleros concentrados en los campos de reunión el día de ayer ascendía a 22.065. Este número varía diariamente, ya que muchos abandonan los campos por la noche para regresar después de varios días, a pesar de las estrictas instrucciones dadas por los líderes del Frente Patriótico, Joshua Nkomo y Robert Mugabe, a sus hombres.
En uno de los campos, cerca de Gwelo, 140 kilómetros al sur de Salisbury, se puede comprobar la dificil labor de los miembros de la fuerza observadora de la Commonwealth, en este caso, formada por oficiales y suboficiales australianos. Diez australianos estaban destacados en el campamento para custodiar unos 1.500 guerrilleros Su labor consiste en mantenerse en contacto con los jefes militares del Frente Patriótico, celebrar consultas con ellos sobre las actividades a realizar cada día para mantener a los hombres ocupados y distribuir los alimentos. A la pregunta de «(qué pasa, si se producen dificultades», un australiano me contestó: «We keep our fingers crossed» («mantenemos los dedos cruzados»), indicando que poco podrían hacer en circunstancias difíciles. Hay que aclarar que las guerrillas concentradas en los campos mantienen intacto su armamento.
En la campaña diaria de acusaciones y contraacusaciones contra la intimidación parece haber quedado claro que en algunas zonas del interior esa intimidación es realizada de forma sutil por miembros de las fuerzas de seguridad rodesianas. En una zona del este del país, miembros de esas fuerzas han estado repartiendo octavillas entre la población local, advirtiendoles de los peligros de votar un gobierno marxista. Lord Soames ha ordenado una inmediata investigación sobre este incidente, pero el hecho de que se haya producido demuestra hasta qué punto ciertos elementos del antiguo régimen rodesiano están dispuestos a intentar que las cosas no cambian en Rodesia.
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