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Se restablece la normalidad en la Universidad de Oviedo

Los alumnos de la división de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo devolvieron los cuadernos de prácticas que secuestraron de la biblioteca del centro. Los profesores, que habían interrumpido las clases por considerar dichos cuadernos un elemento fundamental del trabajo docente, volvieron anteayer a las aulas, encontrándolas vacías porque la mayoría de los alumnos celebraban una asamblea a la que había sido invitado el profesorado.El vicedecano de la división, el filósofo marxista Gustavo Bueno, se negó a asistir a la asamblea, que pretendía formar un claustro democrático y paritario de estudiantes y profesores para decidir la forma de gobierno de la facultad y la programación docente. El señor Bueno justificó a EL PAIS su negativa a participar en la asamblea porque en ella los estudiantes tienen una actitud muy distinta de la habitual en las clases y porque no tiene sentido formar parte de una votación en la que los alumnos son un número muy superior al de profesores. En su opinión, el 50% del alumnado se encuentra en desacuerdo en este conflicto con el otro 50%, existiendo un pequeño grupo muy radicalizado que domina las asambleas, con las prácticas habituales de hacerlas interminables al objetode que a la hora de votar se encuentren presentes solamente los opuestos a las tesis del profesorado, entre cuyos miembros sólo dos, aseguró el señor Bueno, están con los alumnos contestarios.

Gustavo Bueno, que en la noche de anteayer recibió una amenaza telefónica de muerte, se encuentra respaldado por el rector de la Universidad de Oviedo, Teodoro López Cuesta, quien le recomendó no ceder un ápice de sus posiciones, según ha trascendido. Para el señor Bueno, la actitud de los alumnos de su facultad pone en cuestión la definición misma de la universidad, por lo que no se trata de un conflicto accidental, sino del conflicto mismo que a nivel nacional hoy se discute en torno al lugar de donde debe brotar la dirección académica. La cuestión que se plantea, según el filósofo, es si la universidad es una institución privada (porque privadas son las decisiones arbitrarias de una asamblea que considera a los profesores como unos preceptores privados) o bien una institución pública.

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